0
Please log in or register to do it.

Aún no amanece y siento que ya se me hizo tarde para empezar con la rutina de cada día.   No importa si es martes, jueves o domingo, todos los días es lo mismo… Día tras día siendo fiel a esta rutina, siendo fiel a los proyectos de mi familia, siendo fiel a esta costumbre de dejar a un lado mi propia vida.

Todos en casa tienen prioridades y al mismo tiempo exigen ser, cada uno de ellos, mi prioridad.  “El café tiene muy poca azúcar”, “¿Ya lavaste mi chamarra?”, “¿En dónde está el cable de mi cargador?”  y es así como comienza cada una de mis mañanas… Y yo me pregunto: ¿En qué momento decidí que era mejor obedecer y callar?

No sé cómo ni cuándo elegí correr de un lado a otro sin protestar e intentando resolverle las necesidades de todos en casa, procurando mantener, de manera equivocada, la paz de mi hogar.

¿En dónde quedé yo?

Cuando todos salen de casa, para construir sus sueños de acuerdo a sus proyectos personales, y yo me quedo sola, puedo tomarme un respiro remojado en ese café que me preparé temprano, y lo disfruto sorbo a sorbo… aunque ya esté frío.

Reviso mi inventario de deseos, todo aquello que he ido aplazando, pero sigue haciendo vibrar mi corazón.  Todas esas fantasías de lo que alguna vez pensé que podría ser, hacer o tener…  pero durante todos estos años, no he tenido tiempo para hacerlo, porque siempre parece que mi tiempo lo necesita en exclusiva alguien más.

Y entonces, la alarma de mi celular me despierta del ensueño y me recuerda que es la hora de tender las camas, de hacer las compras y empezar a cocinar… Pronto llegará mi familia y no debo hacerlos esperar.

¡Aquí estoy!

Desperté temprano y decidí preparar el café sólo para mí, y disfrutarlo con calma mientras aún está calientito, incluso me serví una pieza de pan sin detenerme a pensar si a alguien más se le había antojado.

Me olvidé de la ropa sucia, del celular descargado, y hasta de sacar la basura.  Me puse rebelde y decidí dejar de hacer todo aquello que hace años ya no tenía por qué ser sólo mi responsabilidad.

Al principio parecía que todo sería un caos, pero tomó poco tiempo para que la vida siguiera su curso con normalidad…

Ya no supe qué hacer con mi tiempo, hacia donde dirigir mis esfuerzos y, lo único que la costumbre me llevo a hacer, fue ir y preguntarle a mi familia ¿Qué querían que les preparara ese domingo para desayunar?

https://laredaccion.com.mx/esa-despeinada-amistad/estrella-cisneros/

De soldaderas y coronelas
Modafinilo, La pastilla de la inteligencia.

Reactions

0
0
0
0
0
0
Already reacted for this post.

Reactions

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

GIF