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(Este relato contiene escenas de sexo explícitas)

 

Cuando la vio sola no dudó ni un segundo en ir a por ella. Le dijo al barman que él la invitaba a la siguiente mentras se iba sentando a su lado. Ella levantó su copa a modo de agradecimiento. 

—Veo que estás sola.

—Y tú necesitado. ¿Qué quieres de mí? —cuestionó mientras se incorporaba y le enfrentaba. 

—Si quisiera algo decente de una mujer habría ido a misa de 12.

—Y ¿quién te dice que estoy sola?

—Si estuvieras acompañada no habrías aceptado la copa, ni estarías ahora mismo rozándote entre mis piernas como una perra en celo. ¿Estás en celo? —preguntó con sorna.

—¿Para un buen polvo?, siempre. Mis dudas están en si tú serás capaz de ofrecérmelo. 

—¡Camarero, cóbreme, nos vamos! —La carcajada de ella estalló en el local al tiempo que recibía la mano de él agarrándole el culo. 

—No pierdes el tiempo.

—Es lo único que no puedo comprar con dinero. 

Había aparcado cerca su Cayenne. Se montaron y besaron como amantes habituales. Ella se puso el cinturón, pero él lo soltó con sonrisa oscura. Extrañada, con la mirada no parecía entender, hasta que vio cómo él se bajaba la bragueta haciendo que su verga entrara en escena.

—Desde luego no pierdes el tiempo —dijo sonriendo, para acto seguido mojar con la punta de la lengua la comisura de sus labios. Él la sujetó por la nuca y se la llevó lentamente hacia su entrepierna. Primero sintió caer saliva sobre su glande y más tarde la jugosidad de su lengua dándole la bienvenida a la boca. 

Fue en el momento en que la sintió acomodada que arrancó y comenzó la travesía. Despacio, para qué correr, y era realmente buena. Unos minutos después ella notó que descendían por una rampa elíptica, como la de un parking. En ese momento levantó la cabeza. 

—¿No vamos a tu casa?

—O te follo ahora mismo como una bestia o reviento. 

Descendieron a la planta más despoblada y aparcaron en un lugar oscuro. Bajaron del coche, le subió la falda y le bajó las bragas. Se arrodilló ante el altar de Baco y metió la boca entre sus piernas para pasear con la lengua una y otra vez por su clítoris y sus labios rebosantes de humedad. Los gemidos contenidos hacían eco en la oscuridad. Unos minutos después se levantó, la giró poniéndola de espaldas a él y la dobló por la cintura hasta que cabeza y torso reposaron sobre el capó del coche. 

Allí estaba ese precioso y curtido culo de cincuentona recién cumplida esperándole. La introdujo sin delicadeza. El impulso inesperado la cogió por sorpresa, el azote que le siguió también, pero le gustaban los cerdos, siempre follan mejor.

Entraba y salía chocando contra sus nalgas y haciendo que su flujo espeso se impregnara en las ingles. Ella miraba hacia atrás mordiéndose los labios mientras con las manos sujetas a los cachetes forzaba a su sexo a que se abriera un poco más.

El clímax se acercaba y los aullidos ya no eran contenidos. El ritmo creció y creció hasta que se desbordó dentro de ella para, acto seguido, desfondarse encima suya roto de placer.

Terminada la función se incorporaron, se limpiaron con unos pañuelos de papel como buenamente pudieron y se marcharon. Ella decidió que lo mejor era que la dejara en su casa y él no se extrañó de aquella decisión, podía haber mil razones por las que no quisiera ir con él. Un incómodo silencio les acompañó durante el resto del viaje, hasta que por fin llegaron. Y mientras veía cómo bajaba del auto decidió romperlo.

—Bueno, no has dicho nada.

—Poco había que decir.

—Y, ¿qué tal ha estado?, cuéntame. 

—Dejémoslo en que disipaste mis dudas. —Y dándose la vuelta se dirigió a su casa acariciándose con chulería las caderas mientras que él, ignorante, se daba por satisfecho con la respuesta. 

 

* * * * *

 

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Ah, sólo una cosa más. Si te gustan mis historias o artículos quizá te gusten más mis libros.

El vástago de la muerte (https://unlibrode.com/la-libreria/autores/carlos-venegas/el-vastago-de-la-muerte/)

Por qué no me convertí en un escritor de éxito (https://unlibrode.com/la-libreria/autores/carlos-venegas/por-que-no-me-converti-en-un-escritor-de-exito/)

Para mí sería un orgullo y un honor simplemente que te pasaras por esas páginas para conocer un poco más de qué tratan. Y si decides comprarlo y leerlo cuéntame qué te han parecido. 

 

¡MUCHAS GRACIAS POR TODO Y NOS VEMOS EN LA PRÓXIMA NOTA!

Bienvenida a Mayo
CERO el Vagabundo

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