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Con agrado presentamos el siguiente cuento con previa autorización de la autora.

Disfruta la lectura…

 

 

SALVADORA 

Las bombas van cayendo por la ciudad, el temor es tan grande que casi nadie camina por las calles. Es arriesgado asomarse por la ventana, pues puedes ser un blanco fácil para cualquier enemigo, que cruza por estas avenidas. Yo me mantengo al tanto de la información.

   El periódico anuncia el número de muertos, al parecer no ha sido suficiente para nuestro ejército, desde hace semanas nos amenazan, algunos amigos míos se unieron en el combate. No sé si siguen vivos aún, ojalá no hayan sufrido los infortunios de una guerra, porque mis abuelos y tatarabuelos no la pasaron bien cuando fueron las dos primeras guerras mundiales; casi no se podían alimentar como debiera ser. Fue un hecho tan trágico para varias familias, lo perdieron todo y ahora de nuevo, hay por doquier muchos extranjeros que huyen de aquí. Buscan la manera de salvarse de la maldad humana, los edificios se han desmoronado por las explosiones que han caído a lo largo de la ciudad, por suerte hemos sobrevivido esta terrible pesadilla.

     Hoy me Salí a comprar un poco de despensa para poder comer unos días más, aunque hay tiendas cerradas, no es fácil estar en medio de un conflicto cual en algún momento se puede extender por el mundo. Mi reflexión sobre la vida se vuelve profunda, no es un mero capricho querer revelarse ante la adversidad, querer exterminar esos soldados que han acabado por cientos de vidas. Percibo el olor del sufrimiento de alguno de mis nuevos héroes nacionales, desconozco sus nombres, sus vidas, sus anhelos, sus sueños, sus deseos rotos por el hambre mismo de servir al país.

     La historia jamás se equivoca saber de ella hace no cometer el mismo error, ni tener los mismos pensamientos de antaño, pero hay ideologías que siguen vivas, no se pueden extinguir pues son las responsables de que este mundo se pueda mover. Sin ellas sería un caos. Sin embargo, son las mismas las que nos provocan esa sensación de acabar con nuestros semejantes, o el querer recuperar los territorios que se perdieron en algún momento histórico. 

     Los niños, los jóvenes, los estudian día con día. Es importante no olvidar. Mis hijos lo ven dentro de sus aulas, por ahora las escuelas se encuentran cerradas.

     Soy una madre que se toma muy enserio la educación, pues el saber nos hace libres y sin duda lo hace, porque sin el conocimiento ningún invento sería posible, ni siquiera la tecnología cual su poder de crecer a gran escala sin darnos cuenta, cada vez hay más innovaciones en cualquier herramienta de trabajo o de algún tipo, para facilitarnos la existencia. 

       Se oyen gritos alguien necesita ayuda, no está muy lejos de aquí.

– ¡Ayuda por favor! No siento mis piernas. ¡Ayuda no aguanto el dolor! – Volvió a decir. – ¡Auxilió por favor! No sé dónde se encuentra mi bebé.

– Hola, ¿dónde estás no te veo? Vuelve a gritar por favor.

Se emitió una voz ininteligible para sus oídos. Se volvió a escuchar ahora fue más como un quejido de dolor.

-Hola ¿hay alguien ahí? Me estoy acercando, dime tu nombre. – Grité.

-Soy Norma. – Respondió enseguida. Su voz se iba diluyendo, apenas le alcanza la fuerza para gritar.

Un montón de escombros inundaba mi vista. Moví hasta donde pude, de verdad deseé salvarla, incluso pedí ayuda a las personas que se me cruzaban por el camino, solo dos personas se ofrecieron a ayudarme. Temía perderla, ella también es madre como yo, un señor de sesenta años vio mi desesperación y con su brazo le dio una señal a un joven que pasaba por ahí, se unieron tres fuerzas para darle oportunidad a otro ser humano. De repente, un llanto se oyó, no era la mujer que pedía ayuda, es un infante, me alegro el corazón al escucharlo, de que ambos se encuentran con vida. Busque más ayuda no quería perder a ninguno, pues son testimonio de este desafortunado hecho.

     No fue una tarea fácil debo de añadir, tardamos todo el día de vez en cuando me iba a ver a mis hijos otros héroes anónimos. Ellos también se animaron a salvar una vida inocente, primero se libero el pequeño infante, se salvo de milagro. Con una que otra fractura en su cuerpecito, los paramédicos lo atendieron de inmediato.

    Mientras el pequeño bebé lo atendían, la madre movía uno de sus dedos para darnos señal de que ella se encontraba aún con vida. Ahí mis hijos se alejaron un poco pues las paredes deshechas se extendían por el suelo como enormes piedras. 

   …. continuar (no te pierdas la segunda parte)

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DELIA MARGARITA ACEVES PACHECO

Me gusta la literatura desde que estaba muy chica, tengo varias publicaciones actualmente aunque comencé con unos paquetes hace muchos años atrás en una editorial que se llama Goliardos, publiqué tres con diferente temática. He estado en diferentes cursos de literatura, el primero fue en la Casa del Poeta Valentín López Velarde, el más reciente en Fábrica de Historias del estado de Sonora. Tengo cuatro publicaciones en la editorial Señor Valdez, Aquelarre Editoras, Lugar Poema

             

  

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