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Sin lugar a dudas, una película que me dejó una sonrisa de satisfacción por su contenido, por su forma de abordar el ciclo de la muerte fue “Macario”, estelarizada por el histrión Ignacio López tarso, cinta que fue dirigida por Roberto Gabaldón, allá en el año de 1960.

Era yo un pequeño cuando la vi por primera vez en compañía de mis padres. Tiempos en el cual la familia se reunía frente a un aparato de televisión en blanco y negro.

Cabe destacar mi incertidumbre sobre este trance, la mayoría doloroso para todos aquellos que hemos experimentado la perdida de un ser querido.

En nuestras tradiciones ancestrales, a la muerte se le satiriza, se burla uno de ella, se come en forma de calaveras de dulce, pero con respeto.

Quizás sea una forma de aminorar el dolor en esta etapa, en la que da fin a la carne, al cuerpo humano y se traslada a otro punto del universo en forma de energía,  lo que llamamos “Alma”.

Quienes hemos estado frente a frente ante la muerte nos hemos dado cuenta de varios factores, en mi caso, uno fue no tener miedo ante lo inminente, perder toda noción de realidad para situarnos en un limbo donde nada pasa, nada gira, donde el tiempo se detiene por fracciones de segundo.

Y posteriormente regresar a nuestro estado normal pero reconstruidos, llenos de una energía sin igual que la verdad no sabría como explicarla.

Aunado a una profunda revelación de sucesos extraordinarios, una catarsis en torno a lo sucedido agradeciendo volver al plano terrenal lleno de agradecimiento por tener una oportunidad nueva de recomenzar, de tener un punto de partida para iniciar de nuevo, de tomar los errores como catapulta y crear oportunidades que conlleven a una evolución espiritual.

Hoy veo la muerte como algo normal, como un episodio el cual llegará en tiempo y forma. Sonrío y vuelvo mi vista al cielo, por la oportunidad de continuar mi obra, mi propósito.

Retomando el tema del película de “Macario”  cada quien tiene su tiempo, su vela, y la duración que permanezca encendida solo el creador lo sabe, para que llegado el día, entreguemos cuentas de lo que hicimos.

«está establecido que los hombres mueran una sola vez» (Heb 9,27);

https://laredaccion.com.mx/paco-conoce-la-muerte/frosas/
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