Sobre «El canto del mirlo» de Carolina Barrios

Hoy me gustaría hablaros de un libro que aún no ha salido a la venta, pero que lo hará muy pronto y con el que estoy ligado de diferentes formas. Una de ellas porque soy el autor de su cubierta, y de la ilustración que aparece en ella, pero aprovechando las características de la obra, me gustaría romper una lanza por los libros cortos, los pequeños, los que pueden ser llamados novela corta, relato largo o cuento (ninguna de las tres fórmulas sería errónea). ¿Comenzamos?

La Ilustración De Portada De El Canto Del Mirlo De Carolina Barrios

En un principio no tenía intención de realizar la ilustración de portada para este libro, pero tras hablar con la autora le pregunté cómo le gustaría que fuera la portada de su novela, y era imposible tenerlo más claro: «quiero un hombre al que le sale un mirlo por la boca mientras se sujeta la garganta». Muchas veces, los portadistas cuando hacemos esa pregunta no sabemos qué es peor, que el autor no tenga claro lo que quiere o que lo tenga demasiado claro pero eso nos lleve a complicarnos la vida en exceso. Y tras meditarlo bien, y teniendo en cuenta que hacía mucho tiempo que no realizaba trabajos de ilustración y que me apetecía bastante dibujar, pensé que quizá sería la mejor opción, porque una ilustración proporciona mucha más libertad que una composición fotográfica. Así que con la tensión que genera que no guste tu idea, pero sabiendo que quizá no había otra alternativa agarré mis lápices y un folio y comencé a abocetar.

No recordaba cuánto me relaja dibujar e ilustrar, así que las horas se fueron volando. Me consta que Carolina es del gremio de los artistas, lo cual me generaba algo más de tensión, ya que creo que es más fácil satisfacer a una persona con poca idea de la materia que a alguien que trabaja en esto y que, además tiene un estilo muy personal y característico. 

Una vez terminado se lo mandé a Caro para ir tanteando qué le parecía. Le encantó. Y yo respiré aliviado. Partir de una base que gusta es más sencillo que tener que retocar una cosa u otra del boceto inicial. Así que podría empezar a digitalizar y trabajar el color. Me gustaba la idea de que tuviera presencia el boceto en la ilustración final, que ese garabatear tan típico de lanzar ideas al vuelo le daba mucha personalidad al trabajo. Y quería pinceles con texturas en diferentes colores que se integraran y que el trabajo no diera la sensación salvo en algunos puntos como definitivo, que los colores parecieran darse a la fuga por el lienzo. Me gustaban los tierra como tonos principales, pero tras enviarle la segunda muestra a Carolina, me comentó que le gustaría algo de azul o rojo, que impactaría mucho. Así que usé la camisa para darle ese punto azul y las texturas vegetales, los puntos de trama y los estarcidos para los rojos, verdes, morados o malvas. Sin embargo, tampoco quería que la presencia de las texturas de color fuera tan potente que eclipsara la imagen principal y que resultara un problema a la hora de rotular el título así que los integré un poco sobre el fondo. Sí, tenía muy buena pinta. Así que se lo envié a Carolina. No hay cosa más gratificante para un artista que trabaja para alguien reciba entusiasmo como respuesta. El canto del mirlo ya tenía portada.

Sobre los libros cortos y la sensación de infravalor que tienen

El libro de Carolina no es para nada extenso (ya lo veréis los que queráis darle una oportunidad y sumergiros en su contenido) y me consta que le han recriminado tratar como novelas cuando se trata de historias cortas, sino que son relatos largos. Relato largo, cuento, novela corta… qué más da, son historias de ficción con inicio, nudo y desenlace que seguramente lleguen mucho antes al lector que una novela larga que se puede perder entre matices y afluentes del cauce principal. Las novelas cortas por su concepción deben impactarnos más diciendo menos, evitan lo superfluo, se centran en lo que puede removernos las entrañas o los sentimientos más puros. Y esta reflexión me llevó a pensar en grandes libros de la historia de la literatura que apenas tienen algo más de 100 páginas. Así me acordé de las menos de 50 de La metamorfosis de Kafka, de las algo más de 120 páginas de El extranjero de Camus o del Pedro Páramo de Juan Rulfo, o las menos de 100 de El viejo y el mar de Hemingway o La muerte de Iván Ilich de León Tolstói, por poner algunos ejemplos a vuelapluma de algunas de las obras literarias cortas más importantes de la historia. Para ser una gran obra no tienes que tener las casi 700 de Moby Dick o el tamaño de los enormes tomos de los libros de la novela río de George R. R. Martin Canción de hielo y fuego, valorar un libro por el número de páginas sería como despreciar por pequeñas las extremadamente detallistas miniaturas pictóricas medievales y no darles la importancia que merecen por su calidad como obra. 
Así que, estimados lectores, cuando se topen con el libro de Carolina no sean tan necios de desdeñarlo por ser una novela corta, quizá lo que hay sea suficiente para removerles las emociones tan intensamente que en lo único que piensen volteada la última página sea en comenzarlo de nuevo. 

No te olvides de compartir si te gusta lo que lees. Sería una gran recompensa.

Ah, sólo una cosa más. Si te gustan mis historias o artículos quizá te gusten más mis libros.

El vástago de la muerte (https://unlibrode.com/la-libreria/autores/carlos-venegas/el-vastago-de-la-muerte/)

Por qué no me convertí en un escritor de éxito (https://unlibrode.com/la-libreria/autores/carlos-venegas/por-que-no-me-converti-en-un-escritor-de-exito/)

Para mí sería un orgullo y un honor simplemente que te pasaras por esas páginas para conocer un poco más de qué tratan. Y si decides comprarlo y leerlo cuéntame qué te han parecido. 

¡MUCHAS GRACIAS POR TODO Y NOS VEMOS EN LA PRÓXIMA NOTA!