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Un domingo frío de este crudo invierno, me deje llevar al mundo del lujo y glamour de los amos del universo en el entretenimiento, Desde el Beverly Hilton en los Ángeles California, se inauguraba la temporada de premios a lo mejor del cine y la televisión. La entrega de los Golden Globes 2024 (Globos de Oro). Previamente el pasado 7 de diciembre se anunció la lista de las nominaciones. Resaltaban como favoritas Barbie, con 9 -y Oppenheimer, tenía 8.

En esa noche se desveló la posición de la crítica y de los defensores del valor del séptimo arte, como genuina expresión humana, precursora de cambios en la conciencia, por el significado de sus contenidos. El resultado subrayó la importancia de la calidad y la trascendencia de las historias de grandes creativos, que con suavidad se deslizan en las fronteras de la ficción y la realidad, para cautivar a los públicos, que prefieren alejarse de la frivolidad y no son seducidos por el abrumador marketing de estos tiempos.

Barbie, comedia fantástica, dirigida por Greta Gerwig, inspirada en la línea de muñecas de Mattel y primera película de acción en vivo del popular juguete, solo obtuvo dos trofeos, por mejor canción original, y como se esperaba, por mayor recaudación en taquilla. Mientras el filme Oppenheimer, se impuso por su gran historia y producción en cinco categorías. Mejor película de drama, director, actor de drama, actor de reparto de drama y mejor banda sonora. Los medios dieron infinidad de detalles de la gran noche de apertura de la temporada. ¡Arriba el telón! Por lo pronto, les dejo una simple reseña de la excepcional cinta e indiscutible ganadora.

OPPENHEIMER. EL DILEMA MORAL

En la ficción y las historias de la vida real, es exitosa la venta de héroes y villanos. Los intelectuales, ideólogos y escritores, con rudeza o sutileza nos pintan o diseñan ambientes maniqueos, en que se traman las épicas batallas de los buenos contra los malos. Pero, ¿es esa la realidad? o ¿son especulaciones filosóficas o religiosas solamente? La verdad, es que ha sido un útil argumento para justificar actos y decisiones brutales contra el mismo ser humano. Ejemplo de eso, las conquistas, las invasiones y las guerras.

El libro biográfico Prometeo americano, (American Prometheus), obra de Kai Bird y Martin J. Sherwin, publicado en 2005, fue la inspiración y base para el guion de la película Oppenheimer del cineasta británico estadounidense Christopher Nolan, que fue estrenada este verano. Con las actuaciones de Cillian Murphy, Florence Pugh, Robert Downey Jr. y Emily Blunt, en los roles estelares. En la cinta se proyecta la vida del físico Julius Robert Oppenheimer, líder del Proyecto Manhattan y considerado el padre de la bomba atómica.

Suspenso y drama, son los géneros que utiliza Nolan, para crear la atmosfera ideal, en la que pretende presentar la historia de vida del gran héroe del final de la Segunda Guerra Mundial. El científico de carne y hueso, que terminó atrapado entre la gloria y el infierno, y que gracias a su ingenio creador y una ejemplar sinergia, consigue reclutar a otros prominentes colegas de su época y concentrarlos en un pueblo fabricado en Los Álamos, Nuevo México, Estados Unidos, con el objetivo de producir el arma más letal de la confrontación bélica, que cambio el mapa geopolítico de la Tierra después de 1945.

Una gran producción, con impecable trabajo de Cillian Murphy, personificando a Oppenheimer, a partir de un guion que muestra al desnudo a uno de los hombres de ciencia más importantes del mundo en el siglo XX, tan relevante que de manera explícita muestran la comunicación que tuvo con Albert Ainstein, el genio judío acaparado por los Estados Unidos.

Los ciento ochenta minutos de duración del filme, transcurren casi sin despegar la mirada de la pantalla, el buen ritmo y el interés por conocer del personaje, mantiene al espectador atento a la revelación de su pensamiento, carácter, pasiones y emociones, que definieron su perfil de hombre de ciencia, pero también sus rasgos de humanismo. Una cinta biográfica, que transita más allá de la vida personal del físico norteamericano, sacando a la luz las complicaciones que tuvo en la academia, la ciencia y la investigación, que lo ubicaron en la mira de la inteligencia de los Estados Unidos, para sus planes en la guerra contra la Alemania Nazi de Hitler.

Imbuido del espíritu de competencia y su aspiración de reconocimiento, acepta liderar el grupo de científicos, que al final cumplen con éxito su misión de crear las bombas atómicas lanzadas, por orden del Presidente Harry S. Truman, a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki para vencer la resistencia de los japoneses.

Pero después de ser revestido como héroe de guerra, una maquinada maniobra en la cúpula del poder, lo convierte en villano, argumentando supuestos antecedentes comunistas, que después se desvanecen al no encontrar pruebas contundentes. Ante las dudas sobre su lealtad e integridad como científico y ciudadano, Oppenheimer siempre se mantuvo sereno y seguro. Sin embargo, su dilema moral estuvo relacionado con la posición de Einstein. El invento significaba un gran riesgo para la humanidad. ¿Cómo justificar o defender el avance de la ciencia, si en lugar de generar paz y progreso, se provoca muerte y destrucción. Más tarde expresaría su oposición a la bomba de hidrógeno y alertó sobre el inicio de la carrera armamentista.

Hasta la próxima.

Invocó al diablo y le fue como en feria
Paciencia y Tolerancia.

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