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Cada año, cuando llega el mes de diciembre, siento una mezcla de emociones que me llenan el corazón. Por un lado, me ilusiona adornar mi hogar con luces, guirnaldas, velas y el árbol de navidad, que representa la esperanza y la alegría de estas fechas. Me encanta ver la cara de mis hijos cuando abren los regalos que les dejó Santa Claus o los Reyes Magos, y compartir con ellos la ilusión de la magia.

Me gusta planear con mi esposo las actividades que haremos juntos, como ver películas navideñas, cocinar platillos típicos, visitar a los amigos o hacer alguna escapada romántica. Siento que estas fiestas son una oportunidad para fortalecer los lazos familiares y expresar nuestro amor.

Pero por otro lado, también siento nostalgia por la ausencia de mi padre, que falleció hace unos años y que siempre fue el alma de la fiesta. Recuerdo su sonrisa, sus bromas, sus abrazos y sus consejos. Sé que él está con nosotros en espíritu, pero me gustaría poder abrazarlo una vez más y decirle lo mucho que lo quiero y lo extraño. También recuerdo los tiempos de mi infancia, cuando celebraba la noche buena o el año nuevo en la casa de mis abuelos, junto con todos mis primos, tíos y demás familiares. Era una fiesta grande, llena de risas, música, juegos y comida deliciosa. Me divertía mucho con mis primos, que eran como mis hermanos, y aprendía de mis abuelos, disfrutaba el tiempo con mis hermanos y al lado de mi madre. Ahora que somos adultos, cada uno tiene su propia vida y familia, y nos vemos muy poco. Me gustaría volver a reunirnos todos y revivir esos momentos felices.

Así que cada vez que adorno mi hogar para las fiestas de fin de año, siento una emoción que es a la vez dulce y amarga, pero que me hace valorar lo que tengo y lo que tuve. Sé que la vida es un ciclo, y que lo que viví en el pasado me ha hecho la persona que soy hoy. Y sé que lo que vivo hoy con mi esposo y mis hijos, será el recuerdo que ellos tendrán mañana. Por eso, trato de disfrutar cada momento, de agradecer cada bendición, y de transmitir a mi familia el espíritu navideño que llevo en mi corazón.

La Leyenda del Cura sin Cabeza
La Leyenda de la Hija de Moctezuma

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