La creencia de que existe un algo más allá de la vida es intrínseca en una gran mayoría de culturas, muchas de ellas narran pasajes que recorren las almas en el inframundo antes de alcanzar el cielo, la gloria, nirvana o como se llame en cada una de las creencias de los pueblos, grandes escritores y poetas han narrado con cadencia cada uno de los estadios de esos recorridos espirituales y obviamente esta relación del arte con lo que nuestra imaginación quiera crear en relación con el final de nuestra existencia terrenal.
Aun cuando para muchos la muerte es el final del todo y no creen en la existencia de algo más que la materia humana, muchos más, en realidad una gran mayoría de la humanidad cree en la existencia de algo más en el interior del individuo, un alma que no perecerá, unos creen que volverá a la tierra reencarnada en un proceso evolutivo de aprendizaje; otros que el alma trasciende a otros planos siderales que representan el crecimiento espiritual; unos mas creen que habrá de disfrutar de la Gloria del Paraíso o padecer de los tormentos de los infiernos; mientras que otros más generosos piensan que una vez desencarnados los espíritus pueden deambular tanto en la tierra como en espacios desconocidos para nosotros.
En cuanto a nosotros los Mexicanos, nuestra relación con la idea de la muerte viene de una tradición que se generó en todo Mesoamérica muchísimo antes de la Conquista, los pueblos Prehispánicos rendían culto a la muerte y consideraban que los hombres al morir eran guiados hacia el inframundo por un perro Xoloitzcuintle y que una vez encaminados por el animal pasarían por varios retos a vencer antes de ser recibidos por los dioses.
A la llegada de los Castellanos, estos vienen acompañados por Frailes y Curas que traían la misión de Catequizar a los conquistados y encontrándose con las creencias de los indígenas coincidieron en fusionar la celebración católica de los Fieles Difuntos con algunos de los ritos originándose así el festejo del Dia de los Muertos que inicialmente no fue como lo conocemos ahora.
En un principio se contó con la elaboración de un altar de muertos en que se presentaban ofrendas en la creencia de que las almas de los difuntos podían venir a la tierra a visitar a sus familiares y amigos, en estas ofrendas se colocan fotos de quienes ya dejaron en plano terrenal así como platillos y bebidas de su preferencia. Al pasar el tiempo se agregaron las flores de Cempasúchil para adornar los altares y señalar el camino que las almas recorren hacia los mismos. Luego se incorporaron las velas precisamente para iluminar el camino de las almas.
Fue a principios del siglo pasado que el caricaturista José Guadalupe Posada creó la imagen de la Catrina, un esqueleto femenino elegantemente vestido que hace sorna de la sociedad Porfirista y que era presentada con versos graciosos sobre el destino mortal de los individuos que son conocidos como “calaveritas” siendo tan bien recibido por el pueblo que la Catrina y las Calaveritas se incorporaron a los altares de muertos, la Catrina no representa solo una sátira a la clase política dominante, es símbolo de la burla que el Mexicano hace de la muerte, la teme y la reta al mismo tiempo como un reconocimiento de que es inevitable para todos nosotros.
A mediados del siglo pasado surgen otros personajes fantásticos creados por el imaginario de algunos artesanos en el Sur del País, estos son los Alebrijes, seres creados en cartón, con figuras grotescas representando monstruos que tienen partes de diferentes animales y pintados en colores brillantes y vibrantes, se crea así la idea de que son tan horribles estos seres que aterrorizan a los espíritus malignos y los alejan de los hombres.
Con esta adición a nuestra cultura popular, los Alebrijes pasan así a formar parte también de los altares de muertos.
Y así, respetando nuestras tradiciones sin poder evadir la influencia de las culturas del País del Norte nos vemos de pronto disfrazados como en Halloween pero rindiendo culto a nuestros Fieles Difuntos, si no con un Altar como suele ser aun representado en el Centro y Sur del País, si se rinde homenaje el día 1 de noviembre a los Niños que fallecieron y el día 2 a los Adultos, se visitan los cementerios, se llenan de flores las lápidas y se realizan ceremonias de las diferentes creencias religiosas siempre con veneración y respeto.
Las ciudades del Norte de México recientemente han ido promoviendo la difusión de esta Tradición tan Mexicana para tratar de disminuir la influencia del vecino País del norte y rescatar los valores de la esencia de nuestra Mexicanidad precisamente hoy en día que las comunicaciones a través de las redes hacen que nos acerquemos unos a otros y disminuyen así las distancias socioculturales entre los diferentes Estados de nuestro México mágico.
Excelente!! Muchas gracias por tocar temas tan importantes y darnos a conocer de donde y cono vienen nuestras tradiciones
Muchisimas gracias por tu comentario, es un estimulo para seguir investigando, escribiendo y compartiendo. Espero que me concedas el privilegio de contarte entre mis lectores asiduos. Un afectuoso saludo
[…] Mirando en los puestos de flores, atiborrados de cempasuñil, tepejilote y otras flores que obsequian el color de la vida, en la antesala de una muerte segura. […]
[…] por eso que le pongo su ofrenda a don Antonio, pues nos ha dado más en muerte, que en vida… Aunque ni él mismo se imaginó […]