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No hay de otra, tengo que trabajar.

Entre a un nuevo trabajo, había necesidad en casa, no era suficiente con el sueldo de mi marido, había que trabajar y en horario diferente, y hay que cuidar a mis hijos que aún son pequeños, la pequeña Alondra de 2 añitos y el joven Miguel de tan solo 5 años ya era un estudiante de preescolar, mi esposo trabaja por las mañanas y yo para poder estar con mis pequeños, tuve que conseguir empleo por las tardes en una empresa de envíos de paquetería por captura de datos.

Había mucha demanda ya que esto es a nivel mundial, emplearon a muchas personas, entre ellas a un caballero llamado Esteban, que aun estando sobre calificado, su situación económica y la enfermedad de su madre que requería gastos extras, que lo obligaba a tomar este trabajo extra.

Mi calvario.

Empecé con entusiasmo y a la vez con tristeza, pues el horario me impedía ir a practicar mi fe en la iglesia, no podría ir a las reuniones de la tarde, pero la necesidad no tenía paciencia ni los pagos de la casa, había que trabajar.

Estaba en el área de entrenamiento aprendiendo la forma de hacer el trabajo,  y empezaba a conocer a mis compañeros, todas las tardes salía a tomar el bus, a la misma hora, me lleve un libro para leerlo en el camino, no quería dejar de aprender y alimentar mi fe, cuando unas cuadras más adelante se sube un caballero, de un aspecto fuera de lo normal, vestía un pantalón blanco, camisa de cuadros negros, sus zapatos bien boleados y su sombrero, mientras yo leía , ese hombre se sentó a mi lado, de repente sentí que alguien me estaba observando, se presentó , diciéndome su nombre: Esteban y dándome un cordial saludo, me pregunto que estaba leyendo, ahí empezó mi calvario, sin saberlo el fango me empezaba a arrastrar hacia él.

Platicamos hasta que llegamos al trabajo, simpatizamos, me sentí bien a su lado sin darme cuenta nació una fuerte atracción entre los dos.

¿Qué estaba pasando?

Estaba a unos pasos cercas de Él en el trabajo, mientras me entrenaban, Esteban cada vez que podía, desviaba su mirada hacia mí, los primeros días, no supe que esto pasaba, pero un día mirando a mi entrenador, vi como su cabeza se inclinaba para mirarme, me sentí inquieta, ¿Qué estaba pasando?

Y como obra del destino terminando el entrenamiento había un lugar a su lado, en el cual me colocaron ahí, para laborar.

Su soltería me tentaba.

El tiempo paso la cercanía, las charlas, se convertían más amenas, coincidíamos en muchas cosas, gustos, éramos de la misma generación, su intelecto, su capacidad de memoria me encantaba, cada libro que llegaba a sus manos, era una historia que casi con exactitud me relataba, su soltería me tentaba, era demasiado para una mujer, la cual como muchas tiene una rutina con su familia, una relación con su marido a veces cercana, a veces distante, unos hijos pequeños cuales tiene que atender.

Casi no había diversiones familiares, la economía no daba para diversión únicamente responsabilidades, no supe que había diversión sin necesidad de gastar un solo dólar, tan solo con un paseo al parque y un par de sándwiches podía ser un momento hermoso.

Me enamore de Esteban.

Un día en la mañana desperté pensando en Esteban, sentí que quería estar a su lado, pero todavía faltaban horas para estar en el trabajo, mi mente constantemente me lo recordaba, solo anhelaba ese momento de trabajo, donde estaríamos juntos de nuevo.

Y después de salir del trabajo, deseaba irme con él, ya no quería llegar a mi casa, de repente el contacto físico se hizo presente, hasta que llego el primer beso, mi cuerpo se encendió en pasión, deseaba ser suya, mi esposo había dejado de llamar mi atención, ya no lo deseaba y cada vez que estaba en sus brazos, sentía un rechazo, el placer era fingido y el corazón corría hacia Esteban.

Como una adolescente.

Había entrado a una nube gris y estaba envuelta en ella. Mis actos cambiaron ya no era la misma mis hijos pasaron a un segundo plano, y mi esposo dejo de importarme, solo quería ser feliz con Esteban, me sentía amada, me sentía bonita, con sus halagos resaltaba mi inteligencia y mi belleza.

Una felicidad indescriptible.

Llego la gota que derramo el vaso, los problemas con mi marido cada vez eran más continuos, el hombre con del cual me había enamorado, ahora era el hombre con el que más peleaba, no había tema el cual no causara una discusión acalorada, los niños lloraban al vernos pelear.

Un día después de una pelea, salí de casa, fui con Esteban y me entregue a sus brazos, fue un momento de una pasión, un fuerte éxtasis, una felicidad que era indescriptible, hace mucho que no me sentía así.

¡Quiero el divorcio!

Después de ese momento tan especial, el divorcio invadió mi mente, empecé hacer planes para quedarme con Él. Pero lo extraño es que cada vez que le contaba mis planes a Esteban, Esteban entraba en un silencio extraño, no lo comprendía, porque, en lugar de apoyarme, se quedaba callado.

Continuamente buscábamos oportunidades para nuestros encuentros íntimos, hasta que un día mi esposo en una pelea, mi corazón me delato, le dije de mi relación con Esteban, de su amor, de nuestra pasión, mi esposo enfurecido me golpeo, como todo un macho herido por que otro macho, le estaban robando su hembra.

Sentí miedo, no quería que mi esposo lo fuera a matar, así que intente calmar su furia, y me comporte como una esposa buena por un tiempo, pero la furia de mi esposo alcanzo a nuestros pequeños, cada vez que mi esposo los cuidaba, por cualquier travesura, eran castigados severamente con golpes. No sabía lo que hacia mi esposo mientras yo trabajaba, solo veía la tristeza en la mirada de mis hijos, pensé que era por causa de nuestras peleas.

Solo quiero ser feliz.

Lo único que me importaba era salir de este infierno. Quise hacer planes con mi nuevo amor, pero mi amor solo quería el momento físico, vivir el ahora, y no pensar en el mañana. Fue tan evasivo, que por momentos me olvidaba de todo, seguía soñando.

La traición de Esteban.

Pero un día, vi a Esteban coqueteando con una compañera de trabajo, y aparte muy cariñoso con ella, hable con él, le reclame, me dijo, que yo estaba mal interpretando las cosas. Nunca había planes,  mi vida se estaba hundiendo.

Hubo un distanciamiento entre los dos, y Esteban seguía ya de forma descarada coqueteando con ella, ahí la nube que me envolvía se empezó a disolver, entre poco a poco a la realidad, pero en ese proceso Esteban se había cansado de mí, yo ya no le causaba más diversión y placer, de repente renunció al trabajo, desapareció. Lo busque con desesperación y dolor, pero simplemente se borró del mapa. Yo solo había sido una diversión sexual, el amor fue fingido, junto con los halagos, sus regalos y todo, nunca me amo.

Pedazo por pedazo.

Di la vuelta hacia mi vida, mi matrimonio y mire que  todo estaba destruido, derrumbado. Mi esposo y yo éramos unos extraños que dormíamos juntos, mis hijos unos niños tristes y descuidados. Aun así, me costó entender todo este desastre, y como un criminal me puse de rodillas ante Dios, confesé mi pecados, pedí perdón, después tuve una larga conversación con mi esposo mi víctima número uno, me acerque a mis siguientes victimas mis hijos los cuales no tenían la culpa de nada, los abrace y los bese, me di cuenta cuanto los había descuidado.

Y como un rompecabezas, empecé otra vez a armar mi historia pedazo por pedazo, un proceso que duro mucho tiempo para sanar el daño que cometí.

Un grito de auxilio.

La infidelidad por cualquiera de las dos partes hombre o mujer, causa un severo y casi irreparable daño, a los hijos y a la pareja. La lección había sido aprendida, decidí no volver a caer y si había peligro, como un siervo que huye de su cazador, emitiría un grito de auxilio.

Me tomo un descanso.
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