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En las pasadas fiestas, vimos que la cultura mexicana llega a todos los lugares del mundo, vistiendo coloridos trajes típicos, degustando comida típica con muchas copias jamás igualadas, escuchando la música folclórica  propia de nuestros estados. Todo ella representa a México, sin embargo, hemos dejado de lado lo que realmente nos hace ser mexicanos.

Pese a que de niños nos lo enseñan en la escuela, cada día vemos cómo es que el respeto al lábaro patrió se pierde cuando se usa en cualquier prenda y de cualquier modo. En vez de ser un símbolo de respeto ahora solo es un bonito adorno. Ya nadie en la vida adulta, hace los honores cuando la ve izada en algún mástil. El himno nacional, lleno de historia e identidad, tan sólo es un clásico en los lunes de los colegios. Un protocolo barato en los estadios, oímos gente cantándolo y diciendo que es una buena canción, cuando es un himno con entonación, ritmo y tiempos específicos. Los niños lo bailan y ya nadie los corrige, incluso hay quien solo los graba y los sube a internet. Curiosamente esto si se viraliza.

El saludo a la Bandadera, muchos lo hacemos mal, incluso lo hacemos como sólo a los militares corresponde, (saludo en la frente) se nos olvida la eterna advertencia de nuestras maestras, “codo arriba, mano derecha bien extendida”.

Todo esto y más se nos hace cosa de la escuela solamente, no nos pasa por la cabeza que son estos pequeños actos los que nos hacen amar a nuestro país desde lo más profundo.

Considero yo que la falta de civismo en nuestra vida, hace que la corrupción se esparza como virus incontrolable, altamente contagioso. Dicho mal no respeta sexo, edad ni mucho menos posición social. Nos gusta creer que la corrupción es solamente política, solo quien recibe dinero por hacer o no hacer tal trabajo. Pero aterrícemelo a un caso, a muchas pero muchas mamás nos alarmaron y sobretodo nos enfadó que un alto funcionario, ordenara dar a enfermos de cáncer agua en vez de sus medicamentos. Si, fue nefasta su participación, sin embargo, no le alcanzaría la vida para haber hecho él mismo la labor, hubo administradores de hospital, médicos y sobre todo enfermeros quienes llevaron a cabo dicha tarea.

El que se llevó más dinero fue sin duda el funcionario, el más afectado y a quien menos le importó fue sin duda el enfermo. Noticia alarmante que no denota para nada el ser Mexicano.

Nos lleva a pensar ¿Qué fue lo que los motivó a hacerlo?, ¿Por qué, el personal de salud es cada vez más inmune al dolor al que está expuesto todos los días? Estas preguntas se contestan con las acciones que todos diariamente hacemos. Meternos en las filas, pasarnos los altos, estacionarnos en lugares prohibidos, manejar alcoholizados, no respetar los límites de velocidad, evadir impuestos.

Pareciera que esto último no tiene relación con lo que hablábamos en un principio, pero estamos muy equivocados. Es que en la demostración de respeto hacia los pequeños actos cívicos es que manifestamos el amor a nuestro País, y la repetición consiente de esto, nos lleva inconscientemente a evitar actos de corrupción. Pareciera que el civismo es la medicina de la corrupción.

Claro que no estaremos de acuerdo en ello, se nos hace ridículo, pararnos frente al televisor cuando oímos el himno nacional en el partido de Futbol de México, ya que nadie nos está viendo, pero nos equivocamos, las pequeñas y nuevas generaciones nos observan y no importa si van a la escuela y todos los lunes hacen actos cívicos. Nunca lo aprenderán como cuando lo hagan en sus casas, en el estadio o incluso en una plaza.

Si queremos un México mejor para nuestros hijos, eduquemos mejores patriotas para México.

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