Formados uno a uno, sin saberlo en la fila de la tragedia arrastrando los pies, en un movimiento pendular, lento, casi imperceptible, incrédulos del virus del cual teníamos muy poco conocimiento, habitantes de un país del tercer mundo, gobernados por más de sesenta años por un partido político único, que no hizo otra cosa que extraer la riqueza de la nación, acostumbrados a que ese partido enquistado en el poder nos mintiera una, y otra, y otra vez, para aceptar sus mentiras sin chistar, y todo por una terrible carga que pesa como acero llamada idiosincrasia, esa es la única justificación razonable y lógica que encuentro para que la mayor parte de la población Mexicana, con preparación académica o sin ella, cuestionara la veracidad del virus, y en consecuencia dudara para acatar las reglas. Quizá eso entre muchas otras cosas se deba que hoy estemos inmersos en una situación peor que ficción de zoombies.
Desprovistos de ahorros algunos, de papel de baño otros, y era obvio porque la parálisis económica junto con la suspensión de actividades económicas inicio en la primavera, pero nunca imaginamos que la mal llamada cuarentena “cuarenta días”, se extendiera hasta el invierno o quién sabe hasta cuando, desprovistos de ropa que nos abrigara contra el invierno, el invierno más frío que nos haya tocado vivir a tres generaciones unidas, abuelos, hijos y nietos, y que como en una especie de ruleta rusa, en algunos hogares se llevará nietos, en otros abuelos y en los más desafortunados extinguiera familias enteras, inmersos en un frío que cala los huesos, un frío de miedo, un frío que se percibe en las calles, falta muy poco incluso para cumplir un año de esa mal llamada “cuarentena”, de este virus que aqueja al mundo, en algunos hogares sin comida suficiente, con uno o varios integrantes de la familia sin trabajo, y los que aún conservan el empleo siguen asumiendo el riesgo de salir de casa a buscar el pan y obtener a cambio un contagio, lo que está pandemia ha dejado evidente es mostrar de que estamos hechos y darnos cuenta, que en el suelo que pisamos no todos son ricos, ni todos son pobres, no todos malos, tampoco todos buenos, quizás hay aún un intermedio una clase media alta que se niega a morir y que desde años sigue pujando para no ser extinguida, esa clase media, que tiene hogar, vehículo, refrigerador lleno, personal doméstico y que cuenta con una profesión, a ojo de buen cubero le cálculo debe tener más de sesenta y cinco años, JESÚS se llama, de profesión médico, merecedor en su posgrado y especialidad de la medalla BELISARIO DOMINGUEZ, máximo galardón que concede la Universidad Nacional Autónoma de México, a los estudiantes destacados, él ha dejado de sentarse en las aulas, pero seguramente el estudio debe ser parte obligada en su día a día.
Se nota en la personalidad de Jesús, que su mundo no caería a pedazos, si decidiera temporalmente cerrar su consulta, unos meses quizás mientras pasa esta catástrofe, su mundo no caería a pedazos como cae el mundo de sus pacientes la mayor parte aquejados por el cáncer, si Jesús cerrara su consulta no pasaría absolutamente nada, pero su bondadosa personalidad no le permite cerrar la consulta, el treinta por ciento de su consulta es gratuita, prodiga sus conocimientos especializados a personas que no pueden pagarle ni siquiera el diez por ciento de sus conocimientos, algunos vendedores ambulantes condenados por el cáncer, que acuden semestralmente en busca de una sonrisa de Jesús, de una palmada en el hombro, personas de la tercera edad aquejadas por el cáncer, buscando alternativas para un poco más de vida, lo cierto es que al pisar el consultorio de Jesús, sólo basto verle a los ojos para que el adivinara sólo con mirar los míos, que estoy poniendo en sus manos uno de los tesoros que tengo en esta vida, que no quiero aún que se despida, que no quiero que se vaya, a sabiendas que tendrá que irse….pero todavía no estoy preparada para su partida y lo más probable es que no lo éste nunca, así que mire a los ojos a Jesús, le suplique y le dije que seguramente escucharía algo inusual para sus oídos, le confesé que no alcanzábamos a cubrir sus honorarios sabiendo el riesgo que implica solicitarle a un profesionista que disminuya los honorarios que meticulosamente ha calculado y que incluyen responsabilidad, ética y profesionalismo, en ese momento me sentí tan fuera del lugar como en aquellas ocasiones en que mi madre parada en la puerta de la secundaria, sin importarle que estuvieran otros chamacos de mi misma edad, se dispusiera a persignarme así sin más ni más, para que nada malo me ocurriese en ese lugar, pero que mentalidad de mi madre, ¿qué podía pasarme en esa época? En ese recinto de estudio; bueno pues ahí frente a Jesús, sintiéndome tan inadecuada como las veces que mi mamá extrajo de su bolsita de plástico de colores, incontables tortas de arroz con huevo para todos, y cuando digo para todos, no era solamente para algunos de mis hermanos, si no para cualquier otro que estuviera merodeando cerca de nosotros y tuviera cara de hambre, me daba una pena terrible, ya contaba yo con preparación académica universitaria, y se me había ocurrido la brillante idea de invitarla a una carrera atlética en la que participe, así púes fue como me sentí al expresarle esto a Jesús y para mi sorpresa Jesús me respondió que me entendía perfecto y que hoy con esta tragedia que aqueja al país esa es una petición constante, no puedo pagar la consulta, no puedo pagar los medicamentos, no puedo pagarte los honorarios Jesús, pero me dice que no hay problema que va a reconsiderar disminuir y sacrificar su pago por la intervención médica, no así el de su equipo, anestesista, cardiólogo, médico internista, etc…después de escuchar a Jesús, como si su nombre fuese un mensaje del cielo que me devolvió un poco de esperanza, me doy cuenta que no importan los grados académicos, los recursos económicos, al fin de cuentas, a todos nos hermana una situación poder salir bien librados de esta pandemia, y lo que Jesús, hace en su vida cotidiana, es como un acto de resistencia, para poder ayudar en esta cadena en donde estamos unidos todos, sólo espero que lo que sucedió en ese espacio tan pequeño siga replicándose en otros más, que sigan replicándose muchos Jesús que estén dispuestos a seguir exponiendo su salud, a compartir sus conocimientos, a seguir salvando vidas y sobre todo a seguir sonriendo por debajo del cubre bocas, para decir que todo, absolutamente todo va a estar bien…
Ésta situación nos ha superado en muchos sentidos por eso nos recuerda que no venimos a conquistar el mundo, ni a dominar a las bestias o tan solo a ser felices… Estamos aquí para cuidar unos de otros y aunque lo que sucede no tiene precedentes, siempre cometemos los mismos errores.
Gracias a todos aquellos que por seguir alumbrando el camino nos llenan de fuerza y esperanza para seguir adelante!!!
Me gustaría leer un poco más de esta escritora, en lo personal me agrada como con cada uno de sus escritos me transporta a diferentes vivencias, lugares o situaciones. En este pequeño escrito, me hace ver dentro de todo lo triste y difícil que estamos viviendo, la belleza y empatía que hay en algunos seres humanos. Gracias!!!
Me interesa leer y saber más sobre la escritora. Me es muy interesante leer cada uno de sus escritos porque en cada uno de ellos me transporta a lugares y recuerdos. En este pequeño escrito me hace pensar y creer que dentro de todo este mal que estamos viviendo en el mundo existe gente con un alma noble y bella. Gracias!!!
EL TEMA ME PARECE ACTUAL, SIN EMBARGO HAY UNA MEZCLA DEL COMPORTAMIENTO DE UN GOBIERNO ANTERIOR QUE DEJO UN GRAN DAÑO A NUESTRO PAÍS. HAY SUCESOS QUE EN NUESTRA VIDA COTIDIANA HEMOS VIVIDO ALGUNOS.
Mundos paralelos es excelente, nos acompaña con personajes reales y de valores humanos, nos hace sentir qué también podemos ayudar desde nuestra trinchera, Felicidades
[…] – ¿Qué habíamos hecho en el mundo? […]