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Desde que era muy pequeña, por alguna razón que aún no entiendo y quizá nunca llegue a comprender, dejé de tener la ilusión del Día de Reyes. Ese mágico y tan esperado día por y para miles y miles de personas, perdió la magia dentro de mi muy joven e inexperto corazón.

¿Qué fue lo que sucedió? no lo sé, simplemente dejé de creer en ellos aún cuando casi siempre, recibí lo que yo deseaba, y además, recibí siempre lo que necesitaba. Igual dejaba mi zapato junto al árbol de navidad con mi cartita de peticiones dentro. Después de cenar, me iba a dormir al igual que mis hermanos mayores, con la única diferencia de que ellos, se metían a la cama llenos de esperanza e ilusión… yo, con la certeza de que recibiría lo que había pedido, pero mi esperanza no estaba ya envuelta de esa mágica fantasía que sería natural en el alma de una niña tan pequeña, como en aquel entonces lo era yo.

Pasaron los años, muchos años, y ese tan esperado Día de Reyes, siguió siendo un día sin fantasía en mi interior, pero recuperó algo, o mejor dicho, mucho de su magia. Entonces ya yo era madre de dos pequeños que esperaban ilusionados recibir sus regalos. La emoción que hacía brillar los ojos de mis entonces pequeños hijos, y sus hermosas sonrisas al descubrir sus regalos bajo el árbol de navidad de nuestra casa, era todo lo que yo necesitaba para saber que el Día de Reyes era un día muy especial. ¡Cuánto me habría gustado sentir esa magia en mi alma cuando era pequeñita! Sin embargo, aunque el tiempo ya pasó, pude disfrutar de la alegría del día a través de la alegría de mis hijos. Hoy mis hijos ya son adultos y me siento feliz porque tuvieron la oportunidad de vivir la fantasía de ese día tan especial, y estoy segura de que sus mentes guardan los recuerdos y que están atesorados en algún rincón de su corazón.

Hace pocos días, pensaba aquellos días de mi infancia en que, aunque no creía en la magia de los reyes magos, tenía la certeza de que iba a recibir lo que quería y, principalmente, lo que en realidad necesitaba. Entonces se me antojó escribir una cartita y ponerla en mi zapato, pidiendo una computadora o al menos un buen procesador de textos, para poder echar a andar mis proyectos de escribir algunos libros que se me han quedado dormidos en el tintero… No escribí la carta, eso fue tan sólo un loco pensamiento de momento, es más, aunque lo hubiera hecho, este año no pusimos en casa arbolito de navidad bajo el cual pudiera poner mi zapato con la cartita conteniendo mi deseo.

El fin de semana por la mañana, vino a visitarme mi mamá. Los Reyes Magos habían dejado un regalo para mí en su casa. Al abrir la caja de mi regalo, no pude evitar llorar de la alegría y el agradecimiento. ¡Mi computadora nueva! Ahora será más fácil echar a andar mis proyectos. Los Reyes Magos, creen en mí, en mis sueños y proyectos, y este año decidieron apoyarme haciendo realidad mi deseo.

Lo más hermoso de este mágico momento, es precisamente eso, la magia que envolvió todo el ambiente y como brillos de estrellas, me explotó la alegría en el pecho. Muchas gracias por la oportunidad de conocer el hermoso sentimiento del agradecimiento que siente un niño al recibir sus regalos, y que al convertirse en adulto, siempre conservará en sus recuerdos.

Gracias Melchor, Gaspar y Baltazar, por traerme la herramienta que me ayudará a realizar mis proyectos…. Gracias mamá, por este mágico momento.

https://laredaccion.com.mx/dando-un-paseo-para-sacudirte/estrella-cisneros/
Puertas anchas
Ángel

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