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La gente cuenta, la gente dice que en la ciudad de Allende, Nuevo León una vez hubo dos grandes amigos, Luis y Javier, que una noche decidieron entrar al panteón del pueblo para demostrar su valentía y divertirse al calor del alcohol.

Los dos amigos entraron muy envalentonados cantando y riendo al panteón que poco a poco los iba envolviendo en su misteriosa atmósfera, tras subirse a una tumba sintieron un escalofrío y que un aire frío recorrió sus cuerpos.

Era una noche de luna llena cuando de repente, Javier vio tirada una calavera que se encontraba a un lado de una tumba. Con su mano derecha la levantó, se río y se burló de ella; le dijo, a su amigo “mira qué calavera más dientona y fea”.

Javier era un cabeza dura y siguió burlándose

Pero Luis que era más creyente y respetuoso le dijo que la dejara en paz —ponla en donde la encontraste—, pero Javier era un cabeza dura y siguió burlándose de ella y le dio un beso en la boca, diciéndole que era una calavera hermosa.

En ese preciso momento se escucharon misteriosos ruidos y la calavera en un instante cobró vida y se aferró a los labios de Javier, tremenda mordida le dio y de su boca sangre salió, incrédulo de lo que estaba viendo empezó a gritar de terror. Luis trató de ayudarlo, pero la calavera aferrada no soltaba a su presa.

Luis le hizo señas que se fueran y los dos amigos corrieron hacia la salida del panteón, pero la calavera seguía pegada a la boca de Javier, quién gritó con todas sus fuerzas. ¡Ay Cabrona, ya suéltame la boca! Corrieron como alma que lleva el diablo y al llegar a la puerta, se toparon con el velador del panteón, que al verlos se asustó y les preguntó: «¿Qué está pasando aquí?»

Esa calavera pertenecía a una mujer que había muerto de mal de amores

Javier le rogó que le quitara de encima la calavera, pero el velador le dijo que eso era imposible, porque esa calavera pertenecía a una mujer que había muerto de mal de amores, por un hombre maldito que la engañó, la dejó y nunca la quiso, y ahora la calaca buscaba venganza con cualquiera que de ella se burlara.

José, el velador del panteón, les dijo que lo único que podían hacer era tener fe, rezarle a Dios y pedirle perdón por su afrenta, sus insultos y falta de respeto.

No tuvieron de otra, los dos amigos se arrodillaron y empezaron a rezar a Dios con fervor. —Padre Nuestro que estás en el cielo….—. Al cabo de un rato, la calavera poco a poco soltó a Javier, dejándole un bello recuerdo en su boca y volvió nuevamente a su tumba en espera de una nueva víctima que anduviera en busca de emociones fuertes. ¿Te atreverías a besarla?

Finalmente los dos amigos salieron hechos bala del camposanto y nunca más se atrevieron a entrar, juraron no volverse a burlar de lo desconocido, bueno eso es lo que los primos cuentan.

¿Tú te atreverías a besarla? Déjanos tus comentarios.

Bailé con el Diablo
La leyenda de “El Charro Negro”

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