Ahora que pasaron las festividades de Año Nuevo, me gustaría compartir una historia, de las primeras que viví, y que me hizo abrir mi mente a lo desconocido. Por mi profesión me resulta un tanto difícil explicar lo que narraré. Aquí se los dejo.
Era la noche del 05 de diciembre, cuando la alerta sonó en el radio.
-Unidad 611 a detective Márquez, se solicita su presencia en la calle Franz, por la presunta desaparición de un menor-
Tomé las llaves y apagué la radio, escuchaba un programa de misterio llamado «El Recolector de Historias«. Mientras me dirigía al lugar, resonaban las palabras del detective que se retiró: «Justo en estas fechas desde hace cuatro años se reportaba un menor desaparecido en el pueblo. Y aunque se estaban investigando los hechos, aún no se encontraba al responsable».
Llegué a Nuevo Humboldt hace dos meses, antes me desempeñaba en la ciudad como agente investigador y me mandaron para sustituir al detective en retiro. Un pueblo pintoresco con bastante influencia europea, aunque ahora ya casi desierto.
-Detective, la madre reporta la desaparición de su hijo Jorge de 7 años, aproximadamente desde hace dos horas no sabe nada de él.
-¿Dónde fue la última vez que lo vio?
-Afuera mientras jugaba, la señora fue a la cocina y cuando regresó notó su ausencia, comenzó a buscarlo y no lo encontró.
-¿Ya buscaron en los alrededores? ¿No está con algún amigo?
-No señor, de hecho la mayoría de los vecinos se encuentra aquí para buscarlo. La señora le preguntó a cada uno de ellos y no hay rastro.
La cerrada era pequeña, doce casas, seis de un lado y seis del otro, no había a dónde ir. Al final de la cerrada una reja que conectaba con el río.
Miré mi reloj. Ocho quince de la noche.
-Oficial, mencionó que la mayoría de los vecinos están aquí. ¿Quién falta?
-El señor de la última casa, la 56, el señor Lach un anciano de 96 años.
-¿Ya fueron a visitarlo?
-No señor, su casa está apagada, y según los vecinos es una persona enferma y que duerme temprano.
-Continúen con el interrogatorio, voy a echar un vistazo.
Caminé hacia el final de la cerrada. Me paré enfrente de la casa y toqué el timbre.
Encendieron la luz de la entrada y con lentitud abrió la puerta un anciano, caminaba lento y según vi, le costaba estar de pie.
-¿Señor Lach?
-Buenas noches, contestó. Si soy yo, dígame -Soy el detective Márquez, respondo a un llamado de posible desaparición y me gustaría saber si notó algo antes de irse a acostar.
-Mucho gusto, detective, ¿desaparición? ¿de quién disculpe?
-Un niño de 7 años, Jorge.
-¡Oh, Jorge! ¿desapareció? no me diga eso. Claro que respondo lo que quiera, pase por favor.
El señor Lach me dirigió a la sala y fue por té. Su casa estaba impecable, digna de una persona de la tercera edad que tiene impoluto su hogar.
-Tenga detective. Me acercó mi taza y puso la tetera en su mesa de centro, con dificultad se sentó en el sofá frente mío.
-Ahora sí, dígame ¿en qué le puedo servir?
-Como le decía se reportó la desaparición de Jorge y quería ver si pudo ver algo, sobre todo por la cercanía que tiene su casa con el río.
-¡Oh!, sí pero por esa reja no pasa nadie, es para protección de las personas, lamento mucho la desaparición. Con este son cuatro. Deben ser las fechas
-¿Perdón? contesté
-Sí, en los últimos tres años en estos días se reportaron desapariciones de tres niños y ahora se vuelve a repetir.
-Claro, es lo que me habían dicho y por eso estoy aquí, perdón ¿por qué mencionó las fechas?
-Detective Már
quez usted es muy joven y seguramente no sabe nada de ello, cuando se lo conté al otro detective no me creyó, pero yo sé que son las fechas.
-¿Tiene algo de especial que es diciembre?, cuénteme, quizá yo le creo.
El señor Lach me clavó su mirada y suspiró
-¿Ha escuchado de Krampus?
-¿Quién? perdóneme pero no lo he escuchado,
-Se lo dije detective, las generaciones de hoy no tienen idea a lo que se enfrentan, ahora todo es muy fugaz, todos metidos en sus teléfonos y juegos de esos tecnológicos, se olvidan de todo lo que da sentido a la vida y a la muerte.
-No estoy comprendiendo ¿quién es Krampus?
-Escúcheme bien -su tono se volvió más serio – Krampus es quien castiga a los niños que se portan mal, que no son un buen ejemplo. Se lleva a los niños. Es la contraparte de Santa Claus o Papá Noel, no sé cómo le conozca. Pero en estas fechas anda suelto.
No daba crédito a lo que me decía y para entender mejor, saqué mi teléfono y busqué Krampus.
Krampus es una criatura mitológica cuya apariencia presenta orejas de elfo y unos grandes cuernos, propia del folclore de los países alpinos tales como Austria, Alemania, Francia, Italia, Liechtenstein, Mónaco, Eslovenia, Suiza y Hungría.
Su apariencia es representada por una criatura parecida a un demonio. Su rostro diabólico está adornado con cuernos en la frente, una larga lengua roja y una cabellera negra. Tiene el cuerpo cubierto por un tupido pelaje oscuro, y sus patas son de cabra, similares a las de un fauno.
-No quiero incomodarlo señor Lach, pero según esta información, el personaje es europeo y no entiendo qué tiene que ver la desaparición con lo que me está diciendo, quizá me pueda explicar más.
-Verá, este pueblo se construyó hace ya mucho tiempo, fue de familias principalmente alemanas que huíamos de la guerra. Yo tenía 8 años cuando llegué aquí, era 1944. En ese entonces el gobierno de México fue un destino para los exiliados o refugiados, primero con España y después con Europa.
-¿Usted era judío? pregunté
-No, pero no estábamos de acuerdo en las políticas de Hitler y quien no comulgaba con sus ideas era igualmente tratado, así que mi padre decidió traernos a este país y nos asignaron este lugar para que empezáramos de nuevo. Y así fue que el pueblo se llama Nuevo Humboldt.
-Entiendo señor Lach, un nombre que recordara a su tierra.
-Sí, pero no solo el nombre, sino todo lo que conlleva ser alemán. Un ejemplo detective, ¿cuál es la tradición o costumbre que no perdería si se fuera a otro país?
Me quedé pensando un momento
-El día de muertos quizá.
-Exacto, y en donde estuviera colocaría su ofrenda y pondría las fotografías de sus familiares o amigos que ya no están. Bueno algo similar ocurre con nosotros, digamos que traemos lo bueno y lo malo. Algo que no entendieron muchos.
-Perdone. Interrumpí. ¿Me está diciendo que la desaparición del niño y de los niños que han ocurrido en los últimos cuatro años son obra de un monstruo? Eso es difícil de creer señor Lach lo lamento.
-Tenga cuidado en cómo se expresa detective, a él no le gusta. Entre más tiempo pase aquí se acostumbrará.
-Y si así fuera señor Lach, ¿por qué desde hace cuatro años se registran estas desapariciones? Si el pueblo tiene al menos 80 años. ¿Y por qué siempre en estas fechas?
-Algunos de los que fundamos el pueblo ya murieron, otros se fueron con sus hijos y otros más olvidaron sus raíces y prefirieron irse. Por eso el pueblo es casi fantasma, y de pronto llegan personas que buscan un hogar y lo encuentran aquí. Pero la influencia y las raíces de donde venimos no solo es la fachada, ni las paredes, ni las calles, es todo lo que nos ha
convertido en un país con una historia milenaria.
De acuerdo con nuestras creencias, Krampus sale esta noche.
-¿Y qué hace este personaje, Krampus con los niños?
-Se los lleva en su saco del inframundo, donde serán maltratados y destruidos para siempre.
Su manera de narrar me atrapó, de pronto no podía hacer algo más que pensar en Krampus y la posibilidad de que fuera verdad. Pero como dije al principio, mi profesión no deja que tome esas declaraciones como algo fidedigno.
-¿Y en todo este tiempo no tuvo hijos, no se fue con ellos?
-Sí tuve una esposa y también dos hijos.
Se entrecortó su voz
-Desafortunadamente no duró- Tomó aire- Mi hijo el menor fue el primer caso de desaparición, cuatro meses de intensa búsqueda y no lo encontramos.
-¿Y la policía? ¿No pidieron ayuda?
-Entonces no había autoridad aquí, estábamos en el final del mundo, nosotros lo hacíamos como entendimos. Mi esposa no soportó la pérdida y se fue con mi hijo mayor. Hace muchos años que no sé de ellos. Pero bueno uno no puede escapar de lo que es.
Me clavó sus ojos y por un instante sentí que no podía moverme.
Sonó el timbre. El señor Lach abrió la puerta.
-Detective es una de sus compañeras.
-Señor, ya revisamos, terminamos los interrogatorios y no hay pistas, mañana que amanezca reanudaremos la investigación.
-De acuerdo oficial, vayan a descansar, yo voy en un rato.
-Detective Márquez, no demore mucho en irse menos esta noche, es… especial
Regresé a la sala con el señor Lach.
-Bueno, me tengo que ir señor Lach, gracias por la charla y si no le molesta regresaré mañana si tengo más preguntas.
-Adelante detective, gracias por escuchar y tenga cuidado con Krampus, mañana lo espero si no llego muy tarde jejeje.
Su risa burlona no me hizo mucha gracia y su comentario menos.
Al salir de su casa la cerrada estaba sola, no había rastro del movimiento de hace unos minutos, parecía que no hubiera pasado nada. Subí al carro y mientras me preparaba para ponerme en marcha, escuché ruido detrás de mí. Volteé y no había nada.
-Seguro me sugestioné con la historia del señor Lach. Me dije
Encendí el motor y comencé a andar, cuando volví a escuchar un ruido extraño, algo que me transportó a mi niñez, el sonido de alguien subiendo por la casa y entraba por la chimenea para dejarte regalos. Detuve el carro y esta vez decidí no voltear, miré por el retrovisor y sentí como me caía un balde de agua fría.
De la ventana del segundo piso de la casa del señor Lach vi como trepaba hacia el techo una criatura amorfa, con un traje parecido al de Santa Claus pero roído y con sangre, tal como lo describían, tenía cuernos en la frente, una larga lengua roja y una cabellera negra, su cuerpo cubierto por un pelaje oscuro, y sus patas son de cabra.
Sentado en el techo, clavó sus ojos rojos hacia mí, no pude moverme, aunque quisiera hacerlo era una fuerza invisible la que no me dejaba. Después de un tiempo, no sé cuánto exactamente, pude pisar el acelerador, comencé mi camino sin voltear la mirada, sin mirar el retrovisor. Solo manejé hacia la estación.