Mi Madre nos inculcó desde pequeños a los seis hermanos el respeto por la Divinidad. Siempre vivimos cerca de Templos y ella tomó la disciplina de mantener los ropajes de los altares limpios. El día que ella llegaba con esas prendas para lavarlas y plancharlas, pobre del que dijera una mala palabra o se anduviera peleando, como acostumbran los hermanos.
Mi Padre compró una casa y nos movimos a un sector donde no había Templo, el Sacerdote oficiaba en un tejabán o en un patio desocupado.
Los vecinos decidieron organizarse para empezar a hacer actividades y levantar un Templo. El Municipio ya había donado el lote de terreno, en una esquina bastante grande.
Se levantó un censo para conocer cuántas familias vivían a la redonda y cuántos niños había.
Un vecino arquitecto donó la elaboración del plano de la Iglesia y empezaron los trabajos para hacer los cimientos.
Me asombró ver qué tremendamente fuertes construyeron los cimientos. Las máquinas escarbaron muy profundo y se vertió mucho concreto. Todos habían trabajado arduamente para lograr hacer los cimientos, pero faltaba mucho por hacer.
Después el Arzobispo de la comunidad le dijo a nuestro Sacerdote que iba a haber un sorteo de una Fundación Alemana donde el Templo que ganara, iba a recibir los recursos necesarios para su construcción.
Ahí fue que mi Madre me pidió que hiciera esa carta para concursar, mandamos el plano arquitectónico, el censo y fotografías donde se mostraba el gran terreno cimentado y con pancartas dando las Gracias por la oportunidad de participar. Todo eso lo detallé en la carta, fue firmada por el Arzobispo y enviada a Alemania con mucha Fe y entusiasmo.
Al tiempo, fui notificada de la buena fortuna, ¡Se habían logrado los recursos para completar la obra de la construcción de nuestra Iglesia! ¡Qué alegría!
Al hacer la ceremonia de colocar la primera piedra en El Altar se enterró un pergamino con los nombres de todos los participantes en la obra de su construcción, entre ellos el de mi Madre y también cada uno donó un objeto de oro que es el tesoro que existe hoy debajo de este Altar consagrado a la Divinidad.
Dedicado a mi Madre.