0
Please log in or register to do it.

El reloj marcaba las 3 de la mañana, la hora en que salen los espíritus y una extraña luz entraba por las ventanas llenando de temor a una madre y a sus dos hijas solteronas y un día se dieron cuenta que era una procesión que venía desde el más allá y la comandaba un cura sin cabeza.

La leyenda cuenta que en una vieja casona que se encontraba ubicada en la calle Ocampo, antes llamada de la Aduana Vieja en Monterrey, vivía una familia que era rica de abolengo y había heredado la finca de sus antepasados.

En ese lugar que contaba con patio y traspatio vivía una familia formada por la una señora viuda y sus dos hijas, señoritas “ya grandes”, como dirían en mi rancho ya “quedadas”, es decir que no estaban casadas, eran solteronas.

Cuentan que en las noches sin luna, en la época de invierno, cuando se acercan las fiestas de la virgen llamada “La Inmaculada Concepción de María”, eran despertadas abruptamente por una extraña luz, que aparecía en la madrugada sin explicación alguna, la luz era muy intensa que penetraba a través de las ventanillas de su recamara y que provenía del patio de su casa.

Las 3 mujeres asustadas se quedaban quietas en sus camas, para captar algún ruido que les revelase la presencia de algún intruso, que vinera por su pureza celosamente guardada o tal vez algún ladrón que quiera robarles su virginidad, pero no, sólo lograban oír un leve murmullo, como si se tratase de algunos rezos que no comprendían y que iban desapareciendo poco a poco a medida que la luz también se evaporaba.

Así fue por mucho tiempo hasta que una vez, cuando el 8 de diciembre estaba próximo, tomaron valor y decidieron levantarse y ver quién encendía esa intensa luz que las despertaba por las noches y a la que tanto temían las 3 mujeres.

Ese día permanecieron despiertas y sin hacer ruido alguno, tenían su jarra de café negro para no quedarse dormidas… cuando, de repente, apareció en el patio la misteriosa luz. Entreabrieron despacio la puerta de la recamara que dejó escuchar su rechinido y sigilosamente salieron despacito, sin hacer ruido queriendo ver las tres al mismo tiempo lo que sucedía, y lo que vieron, las dejó heladas, no murieron del susto sólo porque eran muy devotas de la Inmaculada a la que estaban invocando con sus suplicas, las 3 vivieron para contarlo.

Ante sus desorbitados ojos pasaba una extraña procesión presidida por un Cura peregrino, llevaba todos los ornamentos sacerdotales, la túnica, el cíngulo que es el cordón con el que se ajusta el alba o túnica en la cintura, y la estola… pero sin su cabeza. La extraña luz provenía de todas las velas que llevaban encendidas los feligreses que le seguían, las voces de las letanías que iban rezando eran las accionantes de aquel murmullo que tanto las inquietaba.

Siguieron viviendo en aquella casa y aunque prendieron velas, hicieron rezos, echaron agua bendita y hasta a un cura trajeron para traer paz a su hogar, no les fue de mucha ayuda ya que la luz siguió despertándolas por muchos años más, hasta que por fin decidieron mejor vender aquél viejo caserón que hoy ha desaparecido por el paso implacable del progreso regio.

Aunque todavía es fecha que aún se cuenta que por las noches, cerca del ocho de diciembre, los trasnochados que andan por el lugar escuchan un murmullo acompañado de una luz tenue, que deja ver al sacerdote sin cabeza.

¿Qué te pareció esta leyenda del Monterrey antiguo? Déjanos tus comentarios.


(Esta leyenda basada en “El padre sin cabeza” de nuestro amigo el Historiador y Master en Educación Eduardo Cazares Puente).

DESDE FRANCIA IXAYA ESTRENA "OUHLALA"
La navidad en mi corazón

Reactions

0
0
0
0
0
0
Already reacted for this post.

Reactions

Nobody liked ?

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

GIF