Zapatero a tus zapatos, es una frase que se clasifica en la literatura como una metonimia o metáfora, se emplea para designar algo con el nombre de otra cosa con lo que guarda distintos tipos de relación.
La frase se le atribuye al pintor Apeles, uno de los pintores más importantes y famosos de la Grecia antigua (352 a.C. al 308 a.C.). Filipo de Macedonia y Alejandro Magno requirieron de sus servicios para inmortalizar su imagen, lamentablemente, no se conserva ninguna de sus obras, pero la literatura describió con mucho detalle el estilo de sus cuadros. Plinio el Viejo recogió una anécdota protagonizada por el artista que dio origen a esta famosa expresión que seguimos utilizando hoy.
Se dice que a Apeles le gustaba mostrar sus cuadros en público para ver si gustaban o no, y mejorar aquellas cosas que no convenciesen a sus conciudadanos. En una de estas exposiciones en la plaza, un zapatero que pasaba por el lugar criticó la forma de las sandalias de uno de los personajes retratados en su pintura. Apeles, que aceptó la crítica, decidió modificar dicho complemento en su taller, y volvió a mostrar su obra en la calle.
Cuando el zapatero volvió a ver el cuadro y observó que el pintor lo había corregido, decidió criticar más elementos del retrato.
Apeles, para “frenar tanta sabiduría”, le dijo: “zapatero, a tus zapatos”.
Y desde aquel momento, todos los que juzgan materias de las que no son especialistas son detenidos con este dicho, evitando meterse en lo que no le afecta ni entiende.
Bajo la misma temática, pero con un enfoque de fábula, sueños e ideales que realizar, recuerdó una película de Adam Sandler llamada “Con la magia en los zapatos”
Max (Adam Sandler) es un zapatero judío que trabaja en la tienda familiar que heredó de su padre. Vive atrapado en una rutina repetitiva y sin alicientes, secretamente el desea vivir una vida excitante. Esa oportunidad la encuentra cuando un día la casualidad le obligue a utilizar la vieja máquina de coser de su padre.
Con ella Max es capaz de ponerse, literal y metafóricamente, en los zapatos de sus clientes, pudiendo convertirse en esa persona mientras lleve puesto su calzado. Lo que comienza como una oportunidad para vivir sin normas y disfrutar de los placeres de la vida pronto implica unas complicadas consecuencias que atrapan a Max entre la posibilidad de vivir una vida falsa pero divertida y la responsabilidad de utilizar su nuevo “poder” para hacer felices a quienes le rodean.
¿Cuántas veces hemos deseado cada uno de nosotros poder cambiarnos en algún momento de nuestras vidas? “Con la magia en los zapatos” te hace pensar en todo lo que pudo ser, pero no fue.
La búsqueda y sacrificio por una necesidad económica, dar un ejemplo y ponerte una estrellita, la necesidad de una vida plena, el deseo de trascender, un reto personal, algo que siempre soñamos, tu formación personal y profesional, el deseo de intentar y conocer algo nuevo, un deseo genuino de ayudar a través de lo que emprendas. Puede haber cualquier cantidad de razones, el problema es que generalmente todo aquello que dejamos ahí en un estante de la repisa cuando decimos “ya me siento viejo para eso” o “quizás cuando algún día tenga tiempo para hacerlo”.
¿Pero realmente es así?, realmente pensamos en que lo que estudiamos, la profesión que elegimos es todo cuanto hay en la vida, o deseamos o envidiamos la vida de los demás o lograr aquello que deseamos ser, aunque implique un golpe de timón en nuestra vida,
¿Qué tan difícil es emprender algo nuevo, por hobby, por necesidad, porque siempre quisiste hacerlo, factores que deberías aplicar para no caer en la metáfora de zapatero a tus zapatos?
Pero realmente implica un compromiso contigo mismo, con lo que vas a hacer y a quienes vas a involucrar. Porque no hay nada peor que decir, ya encarrilado, “mejor no”, y arrepentirse en el camino, se vale si hay una razón justificada, por eso primero hay que estar bien convencido y saber porque lo quieres hacer y ponderar lo que te va a costar y lo que tendrás que hacer a un lado, pues considero que cualquier cosa que hagas hay que hacerlo bien, es la diferencia entre solo hacerlo y buscar la excelencia en todo lo que hacemos, aún así, se vale en el trayecto aplicar la metáfora de “zapatero a tus zapatos”, pero no se vale darse por vencido.
Debes tener plena conciencia de lo que quieres hacer y ser honesto contigo mismo, sobre lo que podríamos llamar dificultades comunes al emprender algo nuevo.
Tener conciencia de que habrá cosas que no puedas hacer por limitaciones físicas, como ganar una carrera de cien metros en unas olimpiadas, cuando ya pasaste de los 50, – perdón por la comparación pero es algo parecido -; si es un área completamente nueva puede ser difícil adquirir las habilidades y conocimientos necesarios, más si no se tiene una base o formación previa; los recursos necesarios para poder realizar tu proyecto, aunque este obstáculo lo puedes convertir en parte del proyecto e ir avanzando en etapas.
Otra consideración es no emprender por miedo al fracaso, la incertidumbre y el riesgo que va de la mano del mismo pueden ser que te quiten las ganas de hacerlo, pero no lo conviertas en una limitante, solo aprende a medirlo y se realista, pero no por miedo o intimidación, un ejemplo podría ser estudiar una nueva carrera a determinada edad, y saber que vas a ser más grande de edad que los mismos maestros; que eso no te limite, a no ser que implique algún tipo de cualidades físicas; debes estar consciente de que te debes adaptar a las nuevas tareas y responsabilidad y seguramente algo tendrás que sacrificar, habrá unas no tan significativas como – no ver la novela – y otras como tiempo de calidad con algún ser querido; adicionalmente hay que buscar el equilibrio entre tus actividades actuales que consideres “vitales” y tus nuevas actividades y compromisos con tu proyecto; si tu proyecto implica involucrar otras personas para desarrollarlo tienes que tener la conciencia de que todos están en el mismo barco y no puedes de repente dejarlos a la deriva.
Antes de lanzarte al ruedo considera conocer un poco de lo que vas a emprender, reportajes, seminarios, cursos, talleres, buscar personas con experiencia para que platiques de sus experiencias en el área.
También elabora un plan de trabajo, a tu entender y de acuerdo a tu preparación, al menos un borrador, que incluya tu objetivo, por qué lo quieres hacer, tu compromiso, que vas a obtener cuando lo logres, si es solo para tu satisfacción o por conseguir dividendos, si este es el caso procura hacer un análisis de tu mercado meta, cuanto vas a invertir y en cuanto tiempo lo podrás recuperar. En este mismo puedes considerar, si tu interés en el proyecto es financiero, considera asociarte con otras personas o empresas que puedan completar tus habilidades y recursos, pero debes ser muy honesto en este punto contigo mismo y tener bien claro si deseas asociarte, no todas las sociedades funcionan.
Ve desarrollando de a poco, analiza cada logro que alcanzas, has ajustes, busca retroalimentación, divide algunas tareas en metas claras y divídelas en tareas manejables, no importa el tiempo que te tardes, no pierdas el camino. Mucho cuidado con tus finanzas, lo que estás invirtiendo en tu proyecto, que no te cause estrés, a no ser que de repente lo que estás emprendiendo se vuelva tu fuente principal de ingresos.
También es válido analizar lo que estás dejando de lado y como te acompañan en la vida, cuanto tiempo va a durar, sin ser egoísta hazlos participes e informales del porque lo quieres hacer; desde calidad de vida, un sueño personal, dependerá mucho de la situación de la vida en que te encuentres, pero es muy sano para ellos y para ti el que estén enterados, quizás no quieras porras, pero al menos saben por qué lo haces.
Considerando estos puntos, te aseguro que puedes minimizar los riesgos y maximizar tus posibilidades de éxito.
Posponer proyectos o sueños que deseamos realizar puede tener varios efectos emocionales y psicológicos a largo plazo. Como arrepentimiento, sentimiento de una “oportunidad perdida” que te deja una sensación de que has perdido la oportunidad de hacer algo significativo o gratificante.
Preguntarte constantemente «¿y si…?» puede llevar a sentimientos de insatisfacción con tu vida actual.
Y cuando ya te convenciste de que quieres hacer algo más, te arrancas, y luego lo pospones repetidamente, puede dañar y desmoronar tu motivación y pasión por el proyecto, puede llevarte a sentirte estancado o atrapado en una rutina. Puedes empezar a dudar de tus capacidades y habilidades, afectando negativamente tu autoestima; mantén una mentalidad de “si se puede”
También ten presente de que el conocimiento de que tienes algo pendiente puede generar estrés y ansiedad continua y una prolongada procrastinación puede aumentar el temor al fracaso, creando un ciclo difícil de romper.
Sigue tus sueños, el no hacerlo puede llevarte a una sensación de vacío o falta de realización personal, ignorar tus intereses y pasiones puede hacer que te desconectes de lo que realmente te hace feliz.
Si realmente estás decidido a hacerlo, simplemente no lo sueltes, cualquiera que sea la razón por la que lo quieres hacer, tómalo con calma y no te estreses te aseguro que si se puede.
Y si te animas te recomiendo:
∙ Establecer prioridades, identifica lo importante de tu proyecto y comprométete, contigo mismo. ∙ Divide y conquista, pequeños pasos, tareas manejables, metas a corto plazo, logrables, celebra cada logro por pequeño que sea.
∙ Reserva tiempo específico en tu calendario para trabajar en tus proyectos, minimiza las distracciones y enfócate en lo que realmente importa.
∙ Rodéate de personas que crean en ti, que te motiven y apoyen en tus esfuerzos, considera tener un mentor, si es alguien experto en lo que vas a hacer, mucho mejor.
∙ Se positivo, reconoce que el progreso lleva tiempo y está bien cometer errores, aprende a levantarte después de los fracasos y sigue adelante con determinación.
A veces pensamos que una persona que ya tiene una carrera o porque es mayor de cierta edad, tiene una limitación para conseguir algo relevante y pierde capacidad para ello. Te menciono algunos ejemplos de personas luchadores que demuestran que no es así:
Penélope FitzGerald. Inició su carrera literaria a los 58 años y publicó su primer libro cumpliendo casi sus 60 años. La librería (The Bookshop), uno de sus principales libros, fue finalista del premio Booker, uno de los premios más prestigiosos de habla inglesa.
Diana Nyad, escritora, periodista y nadadora de larga distancia, nadó de Cuba a Florida, a los 64 años. Su obsesión durante mucho tiempo fue ser la primera en atravesar nadando de Cuba a Florida sin protección contra tiburones ni ningún traje especial, existe una película biográfica de su vida y la puedes ver en Netflix.
Gladys Burrill, la mujer de más edad que corrió una maratón, a los 92 años, que tuvo lugar en Honolulu, en nueve horas, 53 minutos y 16 segundos, lo que le llevó a entrar en el libro de los Record Guiness y se ganó el cariñoso apodo de «Glady-ator». También pilotaba aviones de varios motores, recorrió desiertos en Arizona y escaló Mount Hood en Oregon antes de correr su primer maratón en 2004 a los 86 años de edad.
La abuela Moses empezó a pintar, a los 76 años, también conocida por ser un ejemplo del «nunca es tarde» al empezar a pintar a una edad avanzada. Comenzó a pintar porque la artritis había lesionado sus manos dejándola inhabilitada para bordar. Tres años después, su arte colgaba en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
El coronel Sanders inició la famosa cadena de restaurantes de comida rápida KFC, a los 65 años. Su pollo frito obtuvo tanta fama que empezó a abrir franquicias por todo el país, donde se cedía la receta a cambio de un pago de cinco centavos de dólar por cada pieza despachada. Sanders acabó con un sueldo vitalicio que llegó a incrementarse hasta unos 200.000 dólares anuales.
J.K. Rowling era una madre soltera que dependía de las ayudas sociales para llegar a fin de mes cuando empezó a escribir el primer libro de Harry Potter.
Thomas Edison. Sus profesores de primaria le dijeron a su madre que era «demasiado estúpido para aprender nada». Después de eso, empezó una época desalentadora durante la cual Edison fue despedido de sus dos primeros empleos por no ser suficientemente productivo. En su carrera invento y patento entre otros, El telégrafo cuádruplex, Bombilla de luz, Micrófono de carbón, Baterías de níquel hierro, Vehículo eléctrico, Fonógrafo, Mimeógrafo, Sistema de distribución de electricidad, Dictáfono.
Charles Darwin era un alumno mediocre. Dejó la carrera de Medicina para iniciar una carrera eclesiástica. Pero mientras Darwin estudiaba la naturaleza encontró su verdadera pasión y viajó por todo el mundo para desvelar los misterios de la naturaleza. «El Origen de las Especies», cambio el mundo de la ciencia al revelar el secreto de la evolución.
Así es que mis queridos amigos, apliquemos la frase de “querer es poder” porque definitivamente, si se puede.