Querido amigo, no nos debemos nada
Llore tanto como me permitieron mis emociones y corazón.
Amé más de lo que a cualquier mortal se le hubiese permitido
El cerebro se me voló, ¡literal!
¿Adónde habían ido tantas conversaciones sinceras?
Púes ni más ni menos que a la mismísima “chingada”
Sí, a la chingada
Pero ¿qué crees?
Ese lugar tan aberrante
Al que nos molesta que nos manden, es el lugar más bello
Es el lugar dónde te encuentras con tus pensamientos más íntimos
Es dónde empiezas a aceptar las realidades
Dónde empiezas a descubrir, que nadie te mandó, que tú solito te fuiste metiendo.
Así como en el vagón del metro cuando ya no cabe un alma, y una insiste en que tiene prisa, ¡que si puedes!, ¡que si entras!, ¡que si lo vas a lograr!
Y para esas alturas aceptas ya, que eso era lo que estaba destinado a pasar y entonces deja de doler
Te provoca una sonrisa, te quedas con lo mejor que recibiste y deseas pura felicidad para el espejo.
Porque justo el espejo te muestra a esa personita que te llevó a ese lugar, al que no querías ir.
Y terminas ¿porqué, no? aceptando la responsabilidad, cómo veras al final de cuentas no resultó tan malo, es el lugar más liberador y emocionante al que jamás se me hubiese ocurrido ir sola y sin ayuda.
Nomás por eso, ¡si me quiero ir a la chingada!
Difiero de lo expuesto
Me encantó!! No lo hubiera podido expresar mejor.