Esa es la pregunta que siempre surge al final del año, acompañada del tradicional ritual de las uvas. Pero ahí está el reto: comerlas rápidamente y, al mismo tiempo, pensar en un deseo por cada una, todo al ritmo de las doce campanadas. Si tu lista de objetivos es muy larga, puede que termines atragantándote o dejando algunos sueños en el olvido.
Y es cierto, muchas veces esos deseos, como el clásico propósito de bajar de peso, no se cumplen al final del año. Sin embargo, la persistencia de creer que “este año sí lo voy a lograr” es una virtud en sí misma.
Entonces pregúntate: ¿qué es lo que realmente deseas que suceda el próximo año? Lo complicado de establecer objetivos es que nunca sabemos los desafíos que enfrentaremos en el camino. Tal vez esa incertidumbre sea el motivo por el cual no siempre logramos cumplir nuestras metas.
Poner una meta es importante, pero quizás sea más valioso aprender a dejarnos llevar por los acordes de la vida. Disfrutar cada momento con ilusión, incluso si el objetivo no se cumple del todo, nos permite crecer. Porque, aunque no alcancemos exactamente lo que planeamos, cada paso nos transforma: mejoramos nuestra forma de pensar, nuestras creencias y nuestra capacidad para manejar emociones.
Al final, los desafíos nos enseñan y nos convierten en versiones más fuertes de nosotros mismos. Cada circunstancia inesperada es una oportunidad de aprendizaje, y eso es un tesoro en sí.
Así que salgamos del cuadro de los típicos mensajes de amor y paz —porque ya somos seres hechos de amor—, y demos un paso hacia el autoaprendizaje.
Reconozcamos que no necesitamos demostrarnos nada, pues cada año vivido hemos enfrentado tantos desafíos que nuestra fortaleza es inconmensurable.
¿Ya tienes tu lista de deseos? Recuerda que lo más importante no es lo que anotas en ella, sino cómo te dejas sorprender por el camino que recorre para alcanzarlos.
Disfruta el 2025 recuerda vibrar al ritmo de 💓 ‘Stronger’ 💓