Al hablar de ciencia, cuando escuchas esta palabra ¿qué es lo primero que piensas? Para la mayoría de las personas, suena a cuestiones muy complejas y aburridas, o por el contrario, algunos opinan que los científicos son personas arrogantes y de carácter difícil.
Y en ocasiones, suele surgir esta opinión, cuando sus primeros acercamientos sucedieron de forma compleja, aburrida, estresante o con el infundido temor por algún profesor, mentor o compañero “nerd” que era apasionado de estos temas, pero carecía de efectividad comunicativa para cautivar a sus audiencias……
Sin embargo, con el avance de la ciencia moderna, se ha podido lograr transmitir este conocimiento de formas interesantes, divertidas, cautivadoras e incluso inspiradoras para muchos que desconocían las maravillas que ofrece el campo científico para el ser humano.
Definitivamente, para introducir a una audiencia hacia temas científicos, es necesario cambiar el lenguaje que se utiliza para que sea entendible por cualquier persona, indispensable también cambiar el tecnicismo o las teorías complejas por situaciones vivenciales que puedan ser experimentadas por la audiencia en sus vivencias cotidianas o lograr entender donde se aplica lo que me están explicando.
Una de las formas más efectivas para que una audiencia se apropie de este conocimiento, consiste en entender la información y finalizar con una acción práctica donde pueda enfrentarse a una situación real que le permita hacer uso de la información aprendida.
El “hacer” siempre genera la apropiación efectiva de cualquier conocimiento, sólo saber o entender no garantiza que esa información permanecerá en nuestros archivos mentales de aprendizajes significativos.
Por otro lado, la acumulación de aprendizajes significativos nos puede ayudar a resolver una gran cantidad de problemas en diferentes áreas de las ciencias, que impactan positivamente en el avance de una población; sin embargo, actualmente si queremos ir más allá para lograr avances que generen mayores y mejores cambios en nuestro entorno, debemos acceder a otra acción concreta del uso de estos aprendizajes especializados que es la innovación.
Es interesante notar que para lograr innovación requerimos de aprendizajes e información especializada, pero existe un componente que detonará y potenciará la innovación efectiva, que es la imaginación……por lo tanto, la innovación no tiene límites, como lo pueden tener los conocimientos o teorías establecidos en nuestro entorno.
Actualmente existen diferentes tipos de innovación científica, pero en algunas ocasiones la que genera cambios acelerados y efectivos, suele ser la innovación disruptiva, que consiste en el quebrantamiento de lo establecido y apuesta por soluciones poco comunes a problemas que afectan ciertos entornos o espacios donde no se han probado alternativas que reten lo que se denomina normal.
Y bueno, siempre escuchamos pláticas informales, comentarios de alumnos en una clase, las ideas de un mentor, profesor o científico reconocido. Donde podemos quedar asombrados de las maravillas que la mente puede crear cuando se acumulan aprendizajes significativos y se hace uso de la imaginación para generar innovaciones en el campo científico.
Pero aquí es justo donde surge el problema de la mayoría de estas “ideas innovadoras”, que si no se llevan a la práctica pues serán sólo una bonita reflexión, un comentario elevado que cautivó a una audiencia e inspiró a otros, una demostración de mentes geniales para lograr cambios, o incluso el punto de partida para que otros se inclinen hacia el quehacer científico por una idea, conferencia o plática plagada de genialidad.
Por lo tanto, la innovación requiere acción,
pero esta acción debe ser planeada, guiada y ejecutada de manera correcta para lograr verdaderos avances científicos que no sólo queden en una idea, una teoría, un escrito perfecto o una comunicación efectiva, sino que es necesario que esas innovaciones logren cambios significativos en el entorno donde se desarrolla mediante la correcta ejecución y aplicación de dicha innovación en el entorno para el cual se desarrolló e incluso impactar otros entornos que puedan servirse de esas acciones concretas.
Si al final de un proceso de innovación no existe la aplicación efectiva con la generación de avances en el ámbito social, económico, ambiental, humano, tecnológico y/o político, cualquier actividad inventiva en el ámbito científico no habrá logrado el objetivo de generar cambios significativos en el entorno y se habrán desperdiciado recursos, tiempo, esfuerzo y capital humano especializado que no han servido para lo que fueron diseñados.
Así pues, al evaluar en la ciencia si una innovación ha sido efectiva e impacta al entorno, se debe evaluar desde diferentes ámbitos mencionados anteriormente, pero la principal evidencia de efectividad es medida en el impacto a las economías poblacionales o mundiales cuando se hace uso de estas innovaciones en diferentes entornos con su posterior análisis de impactos logrados en los entornos donde se ha probado.
Es así, que las economías de los países menos avanzados necesitan de manera urgente acceder a estas actividades de innovación en todas las áreas que impacten a sus comunidades y que logren no sólo generación de conocimiento científico especializado, sino la aplicación efectiva y satisfactoria de estos conocimientos en actividades de innovación y desarrollo para un entorno en vías de crecimiento.
Aquí podemos responder a la pregunta inicial con esta reflexión, afirmando con fuerza que, “la ciencia, SI se vende”, pero hay que saber aplicar los mecanismos efectivos para comercializar los conocimientos en favor del avance de los entornos menos avanzados e incluso ser pioneros en la comercialización de innovaciones disruptivas que impacten tal vez a entornos mundiales si son avances que no se han implementado en ningún entorno actualmente.
Y tú, ¿Qué idea quieres vender con la ciencia?…impacta y cambia al mundo con tus ideas innovadoras!