Estos últimos días me han llevado a pensar en lo fuertes que debemos ser ante lo frágil e incierta que puede ser la vida.
Podemos tener muchos planes y proyectos para los próximos quince, diez o cinco años, y creo que eso es correcto y necesario para que nuestra vida tenga un sentido real aún después de nuestros días de vida.
Es tradicional hacer planes anuales cada inicio de año o cada cumpleaños. Ese ritual nos llena de esperanzas y renueva nuestros ánimos aún cuando no tengamos la certeza de tener vida una mañana más… ni siquiera tenemos la certeza de llegar a la noche de este mismo día.
Sin temor por lo malo que pueda suceder, con emoción por lo bueno que espero vivir.
Hay finales que vienen anunciando su llegada poco a poco, lentamente, paso a paso.. Vive intensamente y que cuando el final anuncie que se aproxima, tu corazón sienta la paz y la satisfacción de la misión cumplida.
Algunos finales anuncian su proximidad de manera inesperada y muchas veces a destiempo. Algunas enfermedades pueden ser más letales por el miedo que causan que por el verdadero mal.
Otras veces, el mismo miedo es lo que nos enferma y se manifiesta en nuestro deterioro físico. Y también hay males que pudieron evitarse pero están presentes por la imprudencia, el poco respeto, la incredulidad o la ignorancia.
Vive intensamente enfocando tu atención en lo bueno que pueda suceder, no te paralices pensando en lo malo, en lo triste, en lo negativo. Decide ser feliz, prudente, respetuoso con tu propia vida, con la esperanza eterna de un mañana garantizado, aún cuando no tengas seguro ni siquiera el próximo segundo.
Y de pronto llegó la explosión
La vida puede terminar en un instante, sin anuncios, sin agenda, sin respeto, sin la más mínima advertencia.
Un accidente en el que quizás alguien puede verse involucrado aún sin tener responsabilidad alguna. Un cruel atentado, planeado con maldad, con fanatismo o inmoralidad. Tantas situaciones que en un instante pueden ponerle punto final a la vida. Nunca se sabe en qué momento pueda llegar.
Por eso mi mente me dice «vive intensamente», disfruta cada momento, con respeto y con responsabilidad. Consciente de que la vida puede terminar en un instante, pero siempre con la firme esperanza de que mañana volveré a despertar.