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Era un día de locos, en casa nos levantamos tarde, muy tarde, no desayunamos, solo corrimos a prepararnos para salir a la escuela y al trabajo. Unos corrían al baño, otros al ropero y yo además a preparar el lunch de mis hijos… Mi pequeño hijo por poco olvida su tarea, al mayor su uniforme se deportes, para él es vital porque quiere ser futbolista estrella de la selección mexicana y mi marido los zapatos de vestir (se puso los tenis, por comodidad). Yo olvide los lentes así que no veo del todo bien, un poco borroso. De milagro llegamos a tiempo para que el autobús escolar se llevará a los niños. Mi esposo se fue directo a la universidad en nuestro auto, él es maestro, su clase en cuestión de minutos iba a empezar, y yo a la oficina en taxi, por suerte paso rápido uno libre así que lo tome y me fui.


En el taxi me estaba maquillando como pude.

Maquillando y guardando las pinturas. De repente de la oficina mandaban mensajes que no encontraban esto, el otro, que llego un nuevo candidato para el puesto de técnico, etc. Así que no puse atención ni al camino ni al taxista. Lo único que noté fue que manejaba rápido y brusco; ya sin mensajes pendientes note que el taxista no hablaba solo manejaba..no fue relevante para mi.


Había mucho tráfico, el chofer hábilmente por las calles aledañas lo libró, pero de vez en vez se oía como un lamento a veces fuerte y otras apenas como un susurro. En un semáforo en rojo, note que las personas de autos vecinos nos veían algunos asombrados otros parecían hasta asustados pero pensé que veían algo más y no a nosotros.


Faltaban 4 cuadras para llegar a la oficina, íbamos rápido e iba esquivando algunos baches y autos pero con un tope no pudo sortearlo, brincamos y vi como arbolitos, casitas, botellitas y otro tipo de aromatizantes brincaron al tiempo que nosotros, eso si fue raro pero me dije cada cabeza es un mundo, no es molesto y pues las ventanas del taxi van semi open, llegamos pues a tiempo a la oficina.


Le pregunte el costo y el solo señalo el taxímetro, ok pensé es un hombre de pocas palabras, muy pocas por cierto.


Le di un billete y esperaba mi cambio al tiempo que bajaba del taxi, me asome por la ventana del copiloto y me dio el cambio.

Al darle las gracias volteo a verlo y era un señor ya muy entrado en añitos, muy viejo al grado que ya estaba muerto casi en huesos … poca carne!
Me quedé anonadada ..sorprendida.. horrorizada.. parada en la banqueta con el cambio en la mano y solo atiné a ver como se iba. Ni me despedí de él.

https://laredaccion.com.mx/historias-que-viajan-en-app/angie/
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