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Una feroz lucha física y espiritual fue la que tuvieron una madre y su hija con un
demonio de color negro que se la quería llevar, gracias a Dios pudieron vencerlo y
ahora viven tranquilas.
La siguiente historia fue enviada de manera anónima, por cuestiones obvias, a nuestro
grupo de Mitos y Leyendas de Monterrey y del Mundo, una heroica madre nos cuenta:
Tengo actualmente 3 hijos, hace 4 años estaba embarazada del último, hoy tiene 3
años. Mi hija mayor tenía 17 años y mi hijo de en medio 13 años. Casi al término de mi
embarazo, mi hija la mayor empezó a tener comportamientos diferentes en su mirada,
su fuerza, sus pasos, etc.

Como a eso de la 3 de la madrugada se sintió un ruido bien feo

Fui a llevarla con un brujo y me preguntó si ella había jugado a la ouija y le dije que la
verdad no sabía, yo siempre estuve presente en todo momento, cuando el brujo la
empezó a atender, a mi hija sus ojos le cambiaron de color y sus músculos se
tensaron, el brujo empezó hacer una oración y las gallinas y caballos que tenía
empezaron a alborotarse. Mi hija se desmayó, la dejamos descansar y cuando se
repuso nos fuimos a casa.
Esa misma noche ella me dijo —mamá, tengo miedo, vente a dormir conmigo a mi
cuarto— Como a eso de la 3 de la madrugada se sintió un ruido bien feo, como si algo o
alguien bajó del techo, me asomé y lo vi, esa cosa era de color negro con unos
brazos muy largos tipo orangután y me dijo —me la voy a llevar, es mía— con una voz fea.
Agarré a mi hija muy fuerte como pude, ella solo decía —no me sueltes mamá, me tiene
agarrada del brazo!!

Sólo sentía ese olor horrible

Ya no veía nada, sólo sentía ese olor horrible y recordé que tenía semillas de mostaza
y agua bendita y empecé a echar por toda la orilla de la cama y a rezar y esa cosa se
fue y mi hija decía —no mamá, no eches más que me eso me quema—, pero seguía
aferrada, mi panzota se me puso dura, mi hija estaba morada de la parte del brazo
donde la tenía agarrada y sus brazos y piernas dónde cayó mostaza estaba quemada,
a base de oración y llevarla a la iglesia se curó.
Gracias a Dios, hoy es una mujer feliz nuevamente, su mirada es la misma de
siempre, pero si fue un caso duro y difícil cuando lo recuerdo me dan escalofríos
nuevamente.
Qué bueno que esa madre siempre estuvo al lado de su hija, defendiéndola y orando
por ella, si hubiera estado sola, sólo Dios sabe lo que hubiera pasado.

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La educación inicia en casa
Viene del más allá al XV años de su nieta.

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