El 12 de julio llega Don Miguel de la Grúa Talamanca, Marqués de Branciforte, como Virrey de la Nueva España.
Este noble Marqués llegó precedido de una serie de actos de corrupción. Para quedar bien con el Rey Carlos IV, Branciforte le solicitó permiso para poner una estatua ecuestre en bronce del monarca que costó 18,700 pesos que sería pagados por él.
La autorización del Rey llegó a la Nueva España en junio de 1796.
El Virrey nombró a Don Manuel Tolsa y Don Juan Antonio Gonzáles Velázquez como encargados de la obra.
Muy astutamente el Virrey mandó organizar numerosas corridas de toros con lo que llegó a reunir 50,000 pesos.
Debido a esta artimaña para conseguir fondos el Virrey no puso ni un centavo, a pesar de que se lo había prometido al Rey.
Para mediados de 1796 se daba inicio a la construcción de la estatua, pero surgió una dificultad, no se pudieron reunir las 27.6 toneladas de metal que se necesitaban para hacerla.
El Virrey de Branciforte no pudo ver la obra terminada ya que en 1798 fue retirado de su puesto por una gran cantidad de actos de corrupción.
Tomando como modelo un caballo percherón llamado “tambor”, el dos de agosto de 1802 Tolsa inició el vaciado en el molde de la estatua.
Al Virrey José de Iturriaga en diciembre de 1803 devela la estatua del Caballito.
Por este motivo hubo festejos que duraron tres días.
Primero estuvo en el Zócalo.
Tras el movimiento de independencia se ubicó en el Claustro de la Pontóficia Universidad de México.
En 1852 fue trasladada al Paseo de la Reforma, donde la conocimos como “la glorieta del caballito”.
El 27 de mayo de 1979 fue trasladad a la calle de Tacuba, en el Centro.
Desgraciadamente el 2013 sufrió graves daños confirmados por el INAH. Su restauración duró 3 años con nueve meses.
Después de su restauración se le ubicó al frente del Museo Nacional de Arte.