Los amores que viajan. Ana María y Fabio, se conocieron en la universidad, cursaban estudios de pedagogía, el encuentro lo empujaron el destino y su interés por la educación. Los dos procedían de distintos suburbios de Lima, la capital peruana. Un proyecto educativo para la zona rural, al que fueron asignados para prácticas docentes, los acercó y los unió temporalmente.
En esos años, a fines de los setentas, en algunas oficinas de la burocracia gubernamental latinoamericana, se generó la iniciativa de asumir la responsabilidad de atender los rezagos educativos, esencialmente la deuda social en la alfabetización de los grupos más vulnerables de la población. Fue un periodo de expansión del método de la palabra generadora, creado por el pedagogo brasileño Paulo Freire.
En esa primera oportunidad, las afinidades hicieron surgir el amor entre Ana María y Fabio. Sus ideales, sumados a sus aspiraciones, fueron el mayor apoyo, para crecer agarrados de la mano y ser reconocidos por su talento y desempeño. El destino empezaría a mostrar su mejor cara. Al finalizar la carrera, un directivo de la universidad ofreció a Fabio, la beca para hacer estudios de posgrado en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Fabio, con una desbordante felicidad, citó en un café a Ana María para comunicarle la buena nueva. Esa tarde, antes de ir a la cafetería, pasó por una florería y compró un ramo de rosas rojas. Después de pedirlas, notó que la empleada de la florería lo veía de reojo y sonreía. Era evidente el amor en su rostro. Se había enamorado, sin embargo, pronto partiría del país en un viaje sin retorno.
La migración es un fenómeno histórico y natural. Las personas abandonan sus lugares de origen, de manera voluntaria o forzada por diversos motivos. Por otro lado, los principales cambios geopolíticos en el planeta, derivados de las conquistas, colonización y después como consecuencia de las guerras y el reparto de territorios, han ocasionado incesantes movimientos migratorios.
En Perú y México, florecieron deslumbrantes civilizaciones originarias, que contribuyeron en forma poderosa al mestizaje y en la edificación de pueblos y virreinatos ejemplares en la época colonial. Posteriormente, en sucesivos períodos, a sus territorios llegaron corrientes migratorias de Europa, principalmente de la España monárquica, y de África, en la ominosa etapa de la esclavitud que se enseñoreó en el mundo. Más adelante, de Asia en los albores del siglo XX, cuando arribaron al continente americano, chinos y japoneses que buscaban refugio y trabajo.
Las dos naciones padecieron un largo periodo de coloniaje, a partir de la irrupción de los conquistadores Francisco Pizarro, Diego de Almagro y Hernán Cortés, cuyo principal objetivo fue extraer la riqueza de sus territorios y extender el imperio colonial español. Sin dejar de mencionar las aportaciones o imposiciones de la Corona, como la religión católica y la lengua castellana, que casi enterraron o acabaron con los vestigios de las lenguas originarias y las prácticas religiosas autóctonas, a las que acusaron de paganas.
Se añade otra similitud, en el amanecer del siglo XIX, surgen movimientos de liberación, encabezados por líderes criollos inconformes y visionarios. Las circunstancias ayudaron a despertar y organizar la fuerza social, que se reflejó en levantamientos, rebeliones y conspiraciones a favor de la independencia. Con esa etiqueta de Libertadores quedaron registrados, Simón Bolivar, Antonio José de Sucre y José de San Martín, Miguel Hidalgo y José María Morelos.
La referencia histórica es porque la relación de Ana María y Fabio continuó, aunque unos años después y en otro contexto. Ocurrió en los ochentas, Ella, con una maestría en educación, decide dejar su País en busca de una mejor oferta de trabajo en el sector educativo de México. A la semana de haber llegado a la capital mexicana, le llaman para una entrevista en las oficinas de la Secretaría de Educación Pública. Su solicitud fue aceptada y había espacios para pedagogos, pero en el interior de la república. Ana María elige ir a trabajar a Xalapa, en el Estado de Veracruz.
Ana María tenía la idea de que Fabio vivía en México, no estaba equivocada, sin embargo, nunca volvió a verlo y jamás se comunicó. Pero el terco destino hace que se encuentren otra vez. Esa segunda oportunidad, aparece cuando llega a Xalapa. En el primer día de trabajo, la mayor sorpresa, fue cuando conoció al equipo de trabajo del Departamento de Capacitación. Fabio fue el primero en darle la bienvenida.
En Perú y México, en el pasado como en el presente se mantiene una injusta desigualdad social. Rezagos como la pobreza y marginación son tan vigentes como notables y cuestionables, si pensamos en las oportunidades de generación de riqueza que brindan sus abundantes recursos. La plata en el caso de los dos países, y el petróleo en México. Además de grandes litorales y la enorme veta que representa desde el siglo XX, la industria turística. Son también los territorios de Mario Vargas Llosa y Octavio Paz, dos grandes de la literatura universal.
En el horizonte de estos pueblos mágicos, aún con un pronóstico optimista, todavía se observan nubarrones. Eso hace pensar, que las nuevas generaciones tendrán que hacer una tarea extraordinaria para cambiarles el rostro y mejorar sus condiciones. Implica acabar con inercias y vicios del pasado; demoler lo más pronto posible, resistencias que impiden una transformación social urgente y necesaria. Y por otro lado, organizar la fuerza comunitaria, para restaurar el tejido social, mediante la empatía, la solidaridad y la unidad nacional.
Para terminar, en una brusca regresión al relato del amor suspendido de los peruanos, Fabio se había casado en Veracruz, de esa relación tuvo un hijo, pero a los cinco años se divorció y tenía bajo su custodia al menor. Al poco tempo de reencontrarse y reanudar su relación amorosa, enferma y muere en Xalapa en 1986. Unos meses después, Ana María tomó la decisión de regresar a su Patria.
