Son las 13:00 horas y la salud de Él se deteriora visiblemente. Ella, su esposa, muestra su preocupación en todo momento. Desde que empezó a circular la noticia de una nueva enfermedad se mostraba angustiada hecho que se agudizó al saber que algunas personas eran más vulnerables al padecer alguna enfermedad crónica como el sobre peso, diabetes, algún mal cardiaco entre otras o simplemente ser adulto mayor, condiciones que Él presentaba, diabético, enfisema pulmonar y ser un viejecito de ochenta años.
La dificultad para respirar fue en aumento y era preocupante verlo ahí, pero al mismo tiempo me maravilló ver como ella dedicaba cada aliento de su día, cada esfuerzo por preparar medicamentos cuyas recetas llegaban a ella por diferentes medios.
Una mujer de edad avanzada con debilidad visual por azúcar en la sangre intentando rescatar al amor de su vida de una rápida sacudida de la muerte. Noches largas, momentos estresantes y días que parecían no terminar. Preparar té, medicamento de farmacia a determinada hora, desesperación mezclada con peticiones a seres supremos a quienes puedes darle el nombre que gustes pero que daban la impresión de haber sido escuchados, aunque yo digo que fue el amor.
Estoy seguro de que eso la agotó, pero también estoy convencido de que al mismo tiempo eso le daba fuerza para hacer el mejor esfuerzo y no desfallecer. Los cuidados son importantes pero el amor que le imprimimos a lo que hacemos es lo que marca la diferencia.
Él sanó, créelo o no, pero él sanó. No estoy muy seguro para quién fue el premio, quizá para ella por su amor, entrega y dedicación, quizá para nadie y así debían ser las cosas. Pero ¿Cuántas historias como esta existen allá afuera? Es posible que tu seas parte de alguna o que lo seas en el futuro. No importa qué suceda, recuerda que la fé y el amor mueven montañas. Lucha hasta el último momento por lo que amas, por lo que quieres por lo que sueñas. Éxito.
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