¡La grandeza está en mi! ¡Estoy viva! ¡Soy libre! Estas son las frases que grita mi alma desde el fondo de mi corazón cada mañana, cuando al despertar, levanto los brazos hacia el cielo para estirar todo mi cuerpo, cada parte de mi columna vertebral y puedo sentir por cada poro de mi piel, la emoción de un nuevo día, aún antes de que el sol comience a brillar.
Durante muchos años, me resultó dificil comenzar cada nuevo día. Me era casi imposible despertar temprano, y en ocasiones, aunque despertara a buena hora, me quedaba lo más que me fuera posible acostada. Me daba terror salir de la cama y enfrentarme a la vida.
Cada día una agonía
Mi anhelo diario, crónico y cotidiano, era que terminara el día… Cada día me parecía tan largo y pesado… Sólo esperaba que llegara el momento de que se ocultara el sol y mi único éxito era haber sobrevivido a ese día que moría…
En realidad no era el día quien estaba muriendo… Era yo quien agonizaba… Era yo quien perdía la vida… Era yo quien no tenía ninguna ilusión.
Cuando la luz del sol entraba por mi ventana, trataba de esconderme desesperadamente, pues la ventana no tenía cortinas para protegerme y yo tenía una pierna encadenada a la pata de la cama… Mi único refugio seguro era estar oculta bajo las sábanas.
Debajo de la cama
Una mañana, las sábanas ya no estaban. Sin que me diera cuenta y con la complicidad de la noche, alguien, de manera malvada, se las llevó.
Ese alguien quizá nunca supo, que en su afán de hacerme daño, consiguió hacerme un gran favor, pues al sentirme descubierta y sin poderme alejar, mi única opción fue esconderme bajo la cama.
Precisamente ahí, bajo la cama, entró un rayo de sol que hizo brillar algo que llamó mi atención. ¡Una llave! Era la llave del candado con que estaba atada la cadena que me mantuvo inmóvil tanto tiempo… ¡La llave de mi libertad!
El candado abierto
Bastó una sola vuelta a la llave para que el candado se abriera y así quitarme la cadena que me aprisionada.
Bastó una sola vuelta a mi manera de pensar y reaccionar para que mi mente se expandiera y así despojarme de las cadenas que no me dejaban avanzar.