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Todos en algún momento de la vida hemos sido víctimas, victimarios o hasta cómplices del bullying. Sería una mentira decir que nunca de niños y más en la etapa escolar nos pusieron, pusimos algún apodo por si eras aplicado, alto, gordito, flaco, moreno, usabas lentes o por cualquier situación física, social o incluso económica que te hiciera diferente de los demás y a su vez fuera causa de burla o discriminación por parte de los demás niños.

En mi etapa escolar, las burlas existían pero no llegaban a los niveles de agresividad que hay en la actualidad. Antes si se ofendía a algún compañero del salón, eras castigado, te dejaban sin recreo, mandaban a llamar a los papás por el mal comportamiento y si la falta era grave eras expulsado,  hasta la educación era más estricta y había consecuencias por las malas acciones y ahora todo pareciera que es más laxo o pareciera que no es prioritario y se deja todo a la ligera.

Ahora, no solo son los apodos, también hay maltrato físico, intimidación, acoso sexual, comentarios machistas, homofóbicos, señas obscenas. Con la exposición constante a este tipo de situaciones, las personas víctimas del bullying se vuelven inseguras, viven con miedo, lo que también se refleja en el rendimiento escolar o incluso hay una baja de éste porque ya no es exclusivo a la etapa escolar, se sienten marginados y sobre todo hay baja autoestima.

Hace unos días, viendo un cortometraje titulado “El sándwich de Mariana” del director Carlos Cuarón, el cual pueden encontrar en YouTube. Este narra la historia de Mariana, una niña que es intimidada por otra joven más grande de nombre Isabel y siempre le quita el sándwich, un día Mariana decide seguir a Isabel hasta su casa y se da cuenta que el ambiente en el cual vive la joven no es el adecuado, ya que existe violencia psicológica y verbal por parte de todos los miembros de la familia. Unos contra otros se vuelven víctimas y victimarios como si el más grande se quisiera comer al más pequeño y mostrar su poder o autoridad, haciéndolos sentir menos o humillarlos. Al final de la historia Mariana, como cualquier día de escuela sale al recreo, pero esta vez ya no sale con miedo como en otras ocasiones, si no en búsqueda de Isabel para llevarle un sándwich y compartirlo, ya que la niña se dio cuenta que Isabel, vive en un ambiente agresivo lo cual la hace comportarse así.

En una sociedad, que se torna tan violenta la educación que viene desde casa es fundamental. El cultivar valores como la cordialidad y el respeto hacia los demás, sin importar su apariencia física, condición económica o social hará que se evite el bullying en la vida diaria y algo de suma importancia es no ser cómplices de estas conductas, porque si no decimos nada al ver una situación así, actos como una burla pueden crecer a tal grado que la violencia llegue a niveles de agresión física de graves consecuencias.

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