La mente envejece.
La mentalidad del ser humano es tan arrogante, inteligente, mediocre, humilde, inocente, que cuando encontramos todas estas cualidades en una sola persona es sorprendente. Lamentablemente eso no es algo que se encuentre a la vuelta de la esquina.
Cuando llegamos a viejos hacemos las mismas cosas que a lo largo de nuestra vida, pero esas acciones ya no salen a la perfección. Por desgracia, el cerebro o un parte de él se aferran a seguir haciendo ciertas cosas.
A lo largo de mi vida siempre he tenido una fantasía o duda -como lo quieran ver-. Siempre me he preguntado que pasará por la mente de las demás personas, cuáles serán sus razonamientos, sus secretos más oscuros.
Cuando era pequeña me preguntaban que si me dieran a elegir el poder de un súper héroe ¿cuál sería? Por supuesto que era el de leer la mente. Es un “poder” tan único y que pocos personajes de cómics tienen, que lo considero el mejor de todos.
Algunos libros sobre el éxito siempre llegan a una sola conclusión: la mente puede todo. Normalmente, creemos que nuestras acciones son lo que pensamos, aunque últimamente me doy cuenta que pensamos una cosa y actuamos de otra manera, y entonces que me invade la pregunta ¿somos lo que pensamos o pensamos lo que somos? La pregunta es incierta y he aquí mi respuesta: podemos ser lo que pensamos, sí, porque si yo pienso que soy una persona exitosa y lo demuestro con mis actitudes entonces soy lo que pienso. Si sólo pienso lo que soy, sólo por encajar en un círculo social o por hacerme la(el) interesante, realmente no soy lo que pienso.