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La lluvia caía por la ventana, afuera la noche estaba tan agitada que ni los perros se atrevían a ladrar. José, un niño de 9 años escucha como los pasos de unos zapatos que rechinaban y se acercaban a su habitación.

Los pasos se detuvieron cerca de su puerta, las sombras que se colaban por la rendija se alargaban, José se encogió en la esquina de su cama, con el corazón acelerado. Un relámpago iluminó la habitación, las sombras se fugaron por un instante, cuando la perilla de la puerta empezó a girar…

El sonido de la perilla tratándose de abrir era inquietante para José, no sabía qué hacer, de pronto escucho una voz que lo calmo por unos instantes «José ábreme, soy tu madre» de pronto José recordó que su madre se fue de viaje y que no volvería dentro de semanas y las sombras no concordaban con su madre, cuando de repente escucha la voz de su padre «José, ábreme hijo» su padre también estaba de viaje con su madre y sólo se veía la sombra de una persona del otro lado de la puerta.

El corazón de José corría acelerado, el sonido agudo del miedo se hizo presente en sus oídos, las piernas se le paralizaron, la perilla comenzó a agitarse, los golpes en la puerta empezaron, *toc, toc* -abre la puerta José, soy la abuela, ¿Por qué te encierras? hijo, dijeron a coro, ábrenos, solo queremos jugar…

Más ruidos, risas y gritos acompañaron los golpes de la puerta.

Las lágrimas se le escurrían de los ojos a José, el terror trepaba por su columna vertebral y un grito subía por la garganta. José como último recurso, sabiendo que esa puerta no tardaría en abrirse, tomó valor y abrió la ventana de su cuarto que estaba ubicado en el segundo piso de la casa, salió  puso los dos pies sobre el borde de la ventana y empezó a avanzar, cuando de pronto sucede lo que se venía postergando gracias a la poca fuerza de la madera vieja de la puerta de José, el pobre niño se dio cuenta que es lo que había detrás de la puerta, se dio cuenta quien hacia todas esas voces que eran perfectas imitaciones a las voces de sus familiares.

Era un ser con capucha negra, zapatos industriales, no pudo ver la cara por que se hundía con la obscuridad de la gabardina, de pronto, eso que estaba ahí, empieza a avanzar, José camina por el borde gritando

«ayudaa!»,

pero era inútil, la lluvia era intensa y sus gritos se perdían en ella, de pronto, el sujeto asoma la cara por la ventana y cae un relámpago lo que hace que alumbre el rostro del sujeto, José dio un grito horrible, se le helo la sangre, aquel sujeto que perseguía a ese niño, no tenía rostro…

La lluvia hacía difícil sujetarse a la madera, el hombre sin rostro empezó a sacar el cuerpo por la ventana, José avanzaba torpemente por la cornisa, así, descalzo, sus pies resbalaban por la orilla, otro relámpago rompió la oscuridad y con este, José atisbó el avance del ente, cada vez estaba más cerca.

José rezaba y pedía ayuda divina, porque sabía que iba a morir a manos de aquel tenebroso ser.

José avanzaba con cuidado hasta llegar al balcón de sus padres, lloraba, no quería morir, el ser tan extraño se le empezó a acercar ya cuando estaba a una cierta distancia considerable entre él y la extraña criatura, él se para, se quita la capucha, levanta su mano derecha y se da cuenta el niño que ese ser tiene las uñas largas. La criatura utiliza un dedo y como si se hiciera una sonrisa, con su garra enorme empieza a abrirse la cara dando forma a una boca, donde lo que más relucen son sus enormes y afilados dientes…

Un grito tenebroso, agudo y desgarrador sale de aquella criatura, y seguido de eso, se escuchan las voces mezcladas y distorsionadas de sus padres y abuela, *Joseeeeee*.

José entra al cuarto de sus padres e intenta salir, pero la puerta está con llave, con desesperación tira del cerrojo y no cede, llora desesperadamente, cuando la figura entra por la ventana, se acerca lentamente y de su boca una lengua larga, negra y babosa sale y se pasa por todo su rostro, el ente alarga la mano en busca de un José petrificado contra la puerta bloqueada.

El niño no paraba de llorar, no tenía nada que hacer, cuando de pronto, el tenebroso ser lo toma y lo avienta al ropero de sus padres, José adolorido, ve una esperanza en el armario, era todo o nada, vio la escopeta de casería perteneciente a su padre, con mucho valor lo toma y se prepara para defender su vida.

Con la escopeta en las manos temblorosas, hizo acopio de todo su autocontrol, recordó a su papá practicar varias veces, quitó el seguro cargó cartucho y apuntó, plaaaf, la escopeta estaba vacía, la figura se acercó rápidamente a José, que lloraba y este, al ver su final cerca levantó las manos instintivamente, un relámpago sonó estrepitosamente y José sintió que cayó en un hoyo, otro relámpago cayó y José se sentó de golpe en la cama con el cuerpo empapado en sudor, se revisó el cuerpo, la cara y después la habitación, estaba en su recamara a oscuras.

Se llevó las manos a la cara y lloró en silencio agradeciendo que solo fuera un sueño en una noche de tormenta.

Cuando de pronto, escucha pasos en el pasillo con unos zapatos que rechinan, la perilla de la puerta empieza a dar vueltas…

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