Sin tiempo
Es curioso, los días transcurren fugaces. Buscan su ausencia en menos de 24 horas, con la crudeza que demarca una vida, y cuando me dispongo a saborearla me doy cuenta de que ya no está.
Me he escabullido por sitios donde no me encuentren, donde corro y trato de buscar refugio en tu recuerdo, situarme en tus caricias y ahí esconderme.
Me he dado cuenta cuando cierro mis ojos y todo oscurece como si buscara desaparecer todo como por arte de magia. Y lo que realicé en el día se desvanece rápidamente.
He observado en las madrugadas la vorágine del tiempo.
Mirando a lo lejos las múltiples constelaciones y debajo de ellas el silencio adornado por caseríos y formas bajo luminarias mudas.
Quiero paladear mis momentos, sumergirme en su esencia y vivirlos plenamente, pero cuando intento hacerlo, descubro con melancolía que ya se han esfumado.
Y cuando no puedo más escribo, para seguir vivo, para vestirme en mis letras y ser otro, con diferente significado y silueta. Terminar en tus brazos y hallar la paz que tanto busco.
A pesar de la crudeza de la vida y del corto tiempo vivido, me aferro a los recuerdos como un náufrago a la deriva se aferra a un pedazo de madera en medio del océano.
El cronómetro prosigue su misión, hasta que el último sonido del engranaje de por finalizada mi aventura.
Edgar Landa Hernández.