Paulatinamente, las hojas del calendario toman su rumbo y vuelan sobre paisajes, vivencias que día a día construimos y que formarán parte de nuestra historia. ¡No sabemos cuánto es nuestro tiempo!
En la vida no poseemos más tiempo del que ya está escrito. Los seres humanos no somos sempiternos. De nosotros únicamente queda una expresión. Un chispazo apenas. Una resonancia distorsionada que alguien hará alusión en un momento adecuado.
Y mientras la vida prosigue como tal, los cambios revisten nuestra esencia, moldeamos de acuerdo a las circunstancias y conveniencias nuestra forma de ser y actuar. No se puede obligar a todos, buscar ser felices. Todo ser vibra de acuerdo a su propio tiempo. Es tiempo de respetar y respetarnos a nosotros mismos.
El tiempo es el diálogo donde convenimos tomar parte de una charla sustanciosa para que al final del término hayamos aprovechado nuestro plazo.
El último mes del año expira lentamente, se sabe moribundo y espera su destino.
Y conforme las manecillas del reloj prosigan circulando con su tic-tac, un servidor mantiene que, con una sonrisa, las cosas siempre salen mejor.
¡Aprovechen su tiempo, ya que la vida no retoña!
Se los comparte su amigo de la eterna sonrisa.