El 30 de abril ya está cerca y en muchos lugares tales como escuelas, comercios y hogares, se piensa de qué manera celebrar este día que algunos pequeños esperan con alegría e ilusión. Muchos de los pequeños que esperan este día, lo hacen con el deseo de que a partir de ese momento suceda algo mágico que mejore su actual situación…
Hay quienes en este momento, quizá se están rompiendo la cabeza decidiendo y checando sus presupuestos para calcular de qué tamaño podrá ser la celebración este año… ¿será que podrán comprar ese nuievo Xbox en su última versión?, ¿les alcanza el crédito para cambiar por un nuevo teléfono inteligente aquel viejo celular que le pidieron a Santa Clos hace dos años y que, por cierto, aún no terminan de pagar? Posiblemente este año sea mejor idea llevar a los hijos a almorzar a un lugar que ellos elijan, o invitarlos a un paseo en familia y comer un helado doble… Quizá para muchos de ellos, baste con un abrazo sincero y la certeza de decirle sin palabras «no tengas miedo, aquí estoy».
Independientemente de la situación socio económica en la que viven los niños, en todos los grupos encontramos a aquellos para quienes, el mejor regalo sería que se cumpliera aquel milagro que cada navidad, año nuevo, cumpleaños y, por supuesto, en el día del niño, quisieran recibir: Ver a su padre regresar a casa decidido a no irse nunca más, recibir un abrazo de su madre en vez de los reclamos porque el presupuesto ya no alcanza para más, poder ir a la escuela en vez de tener que trabajar… Comer tres veces al día como le han platicado que hacen los demás…
¿Y tú qué le vas a regalar?
Tengas o no niños dentro de tu familia, siempre se tiene la oportunidad de celebrar y dar un poco de felicidad a alguno. Quizá tienes nietos, sobrinos, amigos, conocidos e incluso desconocidos… Basta con echar un vistazo al rededor para encontrarte con la mirada de un niño con el corazón lleno de esperanza.
Gastar grandes cantidades de dinero en juguetes, ropa o golosinas, es totalmente innecesario. Una sonrisa franca puede ser lo que ese pequeño realmente necesita, y no me refiero únicamente a aquel pequeño que vive en situación de calle, quizá se trate del niño que vive a tu lado, en tu casa, ese pequeño que la vida te ha regalado… y al que sueles nombrar como «mi hijo».
Y nunca te olvides de celebrar, sonreírle y abrazar al niño más importante de todos, al primero que tienes que sanar porque si se sabe amado, será una persona bondadosa y útil para el resto de la humanidad… Ese niño, eres tú mismo, tu niño interior, ese que hace muchos años también tuvo la ilusión de recibir un abrazo… ese que quizá se quedó esperando recibir el milagro de sentir amor.
