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¿Qué voy a hacer, que voy a hacer?– Angustiada, se preguntaba la nueva cocinera del Rey.

Ella sabía que tenía que preparar un platillo espectacular, pues era la primera vez que el nuevo rey comería en el Palacio que habitaría a partir de ese día, después de quince años en que estuvo vacío debido a las guerras y batallas que hubo con la aldea vecina.

Por tener fama de ser la mejor cocinera de la comarca, fue elegida como encargada de la cocina del rey, puesto que aceptó con gusto, sin saber el miedo que sentiría al estar ya adentro de esa enorme cocina real.

Aunque le habían dicho que en la alacena encontraría todo lo necesario, ella tenía miedo de abrirla, ya que sabía que esa cocina estuvo abandonada por más de quince años.

Aunque todo estaba perfectamente limpio, reluciente y ordenado, la nueva cocinera real sabía que nadie había preparado ningún platillo en esa enorme y  bien equipada cocina desde hacía ya largo tiempo.  No se atrevía a abrir la puerta de la alacena porque le daba inseguridad todo lo que su imaginación le decía que podía o no encontrar adentro.

Cuando llegó la hora de servirle la comida al rey, los sirvientes encontraron que la mujer no había preparado nada aún.

-¡Mujer!– le dijeron contrariados- Te has pasado medio día dando vueltas y tronándote los dedos sin hacer más que perder el tiempo. Te dijimos varias veces “revisa tu alacena” y ni siquiera removiste el candado… ¿Por qué dejaste ir esta gran oportunidad?-

Con tímida voz temblorosa, ella respondió “Tuve miedo, mucho miedo.  Imaginé que quizás al abrir me saldría una manada de ratas y todo tipo de roedores, o quizás encontraría la alacena llena de cucarachas que al abrir la puerta me atacarían subiendo por mis piernas hasta llegar a mis oídos… o peor aún… quizás, después de tantos años, la alacena estaría completamente vacía y yo no podría hacer nada aún con mi talento y habilidades”.

¡Qué pensamientos más absurdos! Obviamente, ella perdió la oportunidad de quedarse como la cocinera real.  Teniendo todo el talento y virtudes necesarias para preparar los platillos más exquisitos para ofrecerle al exigente rey, se quedó paralizada dejando que el miedo la dominara.

Para que ella se convenciera de que todo lo que su imaginación le mostró, fue tan solo una muy mala jugarreta de su mente.  Al quitar el candado y abrir la puerta de la alacena, ella vio sorprendida que era la despensa más limpia y mejor surtida que nunca antes existió.

Si el Rey te da un encargo, puedes tener la seguridad de que lo hace porque ya dejó la despensa perfectamente surtida.

Es decir… Cuando sientes el deseo de hacer algo, con esa fuerza de que crees que es tu misión en la vida… Que nada te detenga, que nada te paralice. Busca en tu interior, ten la seguridad de que cuentas con todo lo que necesitas para lograrlo… sólo ve y “revisa tu alacena”.

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