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El reunir en un solo documento todos los refranes, dichos populares y algunas frases resultaría, explicando hasta donde los archivos y bibliografía histórica a nuestra mano se pudieron obtener resultaría en un tratado de más de 200 hojas, estimo, por esto hemos seleccionado los más representativos desde el punto de vista de un servidor y los hemos clasificado en 3 documentos:

  1. Este, que contiene la introducción y los refranes que hablan de sitios, acontecimientos históricos y nuestra herencia europea.
  2. De Sabiduría Popular.
  3. Refranes Postrevolucionarios.

Quien va a Sevilla, pierde su silla.

Se refiere en general a cuidar su lugar para no perderlo

Se origina en el siglo XV cuando un sobrino de Alfonso Fonseca, prelado de Sevilla (un prelado es un Sacerdote que tiene algún cargo o dignidad superior dentro de la iglesia católica un obispo o un arzobispo son prelados) fue nombrado arzobispo de Compostela; como en aquella época había muchos disturbios en Galicia, Fonseca decidió ir personalmente a Santiago para resguardar el camino. La sorpresa se la llevó cuando al volver a Sevilla comprobó que su sobrino le había robado el cargo de prelado, en México se ha utilizado con el dicho de “el que se va a la Villa pierde su silla”.

Al buen entendedor pocas palabras.

Se refiere a ser breve en lo que solicitas o tratas de aclarar, ya sea ante una persona, negocio o en público o bien de quien recibe una notificación y la entiende con pocas palabras.


Se origina en el siglo XVIII, y cuenta que un día un mendigo pidió ver al cardenal Mazarino, primer ministro de Luis XVI, para hacerle una petición en particular que padecía, después de dudarlo bastante, el cardenal aceptó recibirle, pero con una condición, el hombre tenía que expresar sus deseos en dos palabras; este, obediente, entró en el despacho y dijo: “Hambre, frío”. Mazarino, volviéndose a su secretario, contestó: “Comida, ropas”. Así termino la entrevista, pero dejó un buen ejemplo: “A buen entendedor, pocas palabras”.

Poner los cuernos.

Básicamente se refiere a ser infiel.

Según dicen todos los diccionarios, “cornudo es todo hombre cuya mujer es infiel”.

Pero, ¿por qué los engañados son cornudos y no rabudos, peludos o dentones?, poner los cuernos deriva del viejo símbolo del buey, ese viejo animal castrado, que se somete paciente al trabajo que le impone su amo, de ahí, que los maridos o esposas infieles, le pongan los cuernos a su pareja. Esta expresión empezó a usarse en España en el siglo XVII, pero pronto se extendió al resto de Occidente. A la fecha no hay nadie en este planeta que no sepa qué quieren decirle si le señalan con los dedos abiertos a modo de cuernos.

Mandar a la porra.

Se refiere a mandar a alguien a un lugar “lejano”, en tono despectivo

En la antigua ordenación militar, el tambor mayor del regimiento portaba un largo bastón con cabeza en la parte superior, al que se le conocía con el nombre de la porra, mismo nombre del también usado por los guardianes del orden.

Está persona que portaba el tambor se hincaba en un lugar determinado del campamento y señalaba el punto al que debía retirarse todo soldado sancionado con un arresto. Con el tiempo, esta forma de arresto fue suprimida, pero la frase, con una gran carga despectiva, quedó incorporada al lenguaje popular.

Iniciar con el pie derecho.

Proviene esta expresión, que significa el comienzo correcto y favorable de algo.

Proviene de la liturgia de la misa, aunque parezca más bien una superstición, en los misales, que es el libro litúrgico que contiene las ceremonias, oraciones y protocolos para la celebración de la misa, por ciertos motivos antiguos, se indica que el cura celebrante de la misa, debe iniciar a subir las gradas del altar iniciando el paso con el pie derecho.

Me hace lo que el viento a Juárez.

Se usa comúnmente para decir que algo nos tiene sin cuidado, muy envalentonado o confiado de sí mismo.

Se dice que, cuando era niño, don Benito solía ir a cazar animales pequeños acompañado por otros niños; pero en una ocasión se embarcaron en una pequeña canoa y fueron sorprendidos por un ventarrón: los niños, asustados, abandonaron la embarcación y nadaron a la orilla, sólo Benito se quedó en ella y aguantó hasta que terminó el ventarrón. Según Benítez, en los siguientes días nació la frase en el pueblo de Guelatao.

Algunas versiones hablan, no de Juárez en persona, sino de un cuadro donde aparecía él portando una bandera que ondea por el viento, mientras su peinado, el famoso peinado de Benito Juárez, permanece en su sitio, la chispa y la picardía del mexicano, empezó a decir que tal situación era imposible y de ahí surgió la frase burlona que vincula al prócer con las inclemencias del tiempo.

Otra versión muy poco difundida tiene que ver con la famosa estatua de Juárez que se encuentra en la cima del Cerro de las Campanas, en Querétaro, donde fueron fusilados Maximiliano de Habsburgo y los ‘traidores’ Miramón y Mejía, este es un lugar de intensos ventarrones, y como la figura del presidente parece hacerles frente, sin siquiera inmutarse.

Una variante de la explicación anterior habla de otro monumento, éste ubicado en el puerto de Tampico, donde en la década de 1930 embistió con toda su fuerza un huracán cuyos vientos arrasaron palmeras, árboles y techos, y casi no hubo edificio que no sufriera daños severos; lo único que permaneció inamovible en la plaza fue el monumento a Benito Juárez. Esta leyenda la cuenta el cronista don Israel Cavazos.

Choro.

En nuestro país se usa como persona que habla de más, con mucho “rollo”, de la semántica de chorizo, rosario de mentiras, “un choro mareador”

Choro o Chorro es un quechuismo utilizado en Argentina, Bolivia, Uruguay, Chile, Venezuela, Perú, Ecuador y Colombia. En su dimensión negativa, esta palabra define a una persona vulgar, insolente y pendenciera. En su dimensión positiva en cambio, puede definir a una persona audaz y resuelta

Lo salvo la campana.

La teoría más convincente nos llega del mundo del boxeo; los combates de este deporte están divididos en asaltos de tres minutos y para marcar el principio y final de cada asalto se emplea como señal un toque de campana, para el boxeador que está al borde de ser noqueado, este sonido se convierte en sinónimo de salvación: si el púgil ha estado a punto de ser derribado, podemos decir literalmente que ha sido “salvado por la campana”. 

Sin embargo, hay una serie de sucesos de gente enterrada viva, ya sea por ataques de catalepsia, o después de un combate en el caso de los gladiadores romanos que eran vapuleados a tal grado que los daban por muertos y otra más, entre los siglos XV-XVI uno de los mayores miedos de las personas era ser enterrados vivos, En aquellos tiempos la medicina no contaba con los avances modernos y determinar que una persona efectivamente hubiera fallecido era bastante difícil.

Para evitarlo, surgió la idea de enterrar al difunto con una cuerda atada a su mano. Al otro extremo había una campana, por lo que, si el supuesto fallecido se despertaba, podía hacerla sonar; así, de esta forma, se podía decir que era salvado por la campana.

Muchos señalan que esta explicación es poco probable. Precisamente el miedo a ser enterrado vivo es una de las causas que dio origen a los velatorios. Sin embargo, una cosa es segura: la campana es considerada un símbolo de protección para aquellos que están en peligro.

A Chuchita la bolsearon.

Se dice cuando alguien sales con una mentira, normalmente relacionada con dinero.

Se dice que esta frase data del periodo colonial, el relato comienza con una trabajadora doméstica a la que le decían de cariño Chuchita, quien tenía el cargo de ir por el “mandado” (suministro de los víveres de la casa), y así era hasta que la dueña de la casa empezó a notar que Chuchita regresaba con menos mercancía y cambio (monedas) que las ocasiones habituales bajo consumos similares, al preguntarle la razón de esto Chuchita contestaba que la habían bolseado (le había metido la mano al bolso para robarle), después de que el suceso se repitiera incontables veces, el patrón al oír a su esposa con la misma noticia del faltante dijo “Y ahora que pasó, no me digas que a Chuchita la bolsearon”

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