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Cuando se habla de “violencia en la pareja” por lo regular tendemos a pensar en la mujer como víctima de la misma, seguimos estereotipos de mujeres mayores atrapadas en relaciones tóxicas que son violentadas por el marido o pareja.

Pues no, esa tan sólo es la generalidad, la violencia no hace víctima sólo a las mujeres, hay cientos de miles de hombres que también son víctimas y lo peor es que los esquemas sociales en Latinoamérica no los estimula a demandar, y por vergüenza, por un machismo mal entendido, por temor a que no se les crea o sean rechazados por la familia o su entorno social, callan.

Seas hombre o mujer, no importa, lo importante es que a veces no reconocemos las señales de que la violencia se va instalando en la relación de pareja.

Cuando se menciona la palabra “violencia” la primera imagen que llega al cerebro es la del maltrato físico, creemos que una persona es violentada cuando vemos señales de golpes en ellas, pero pasamos por alto que no toda violencia es física, es por ello que muchas víctimas no están conscientes de que lo son, hasta que ya es demasiado tarde y el daño emocional, psicológico y espiritual es tan grande que pasarán los años antes de recuperarse de la experiencia.

Sin embargo ese daño no es irreparable, dependiendo del tiempo que se viva dentro de ese círculo vicioso se facilitará o se complicará la superación del conflicto. De ahí la importancia de abrir los ojos y la mente para reconocer las señales de qué trata este escrito. La principal característica de la violencia es que siempre, siempre, escala… entre más se tolera, más crece…. Cúidate y ¡huye!

Las señales se dan prácticamente desde el inicio de la relación, ya durante el noviazgo están ahí, son evidentes para los otros, pero no para la víctima que, envuelta en la nube del romanticismo justifica actitudes negativas de la pareja pensando que con el tiempo, cambiará… no, no cambiará, será más abierta y más descarada la agresión, especialmente en la intimidad del hogar.

Cuando tu pareja se hace el o la chistocito(a) haciéndote objeto de burlas, ridiculizándote ante tu familia o tus amistades, comienza a abrir los ojos, si alguien te ama, te respeta, así de sencillo, por algo las abuelas decían “en lo poquito se ve lo mucho”.

Imagen: Club Ciencias Forenses
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Cuando justificas que “no le gusta que salgas con tus amistades” porque te quiere, estás cometiendo un error, estás cayendo dentro de la manipulación emocional, quien te quiere te quiere feliz, y si eres feliz compartiendo con tus amistades no tienes que sacrificarlas por complacer a tu pareja, los celos no son señal de amor, son señal de inseguridad y excusa para chantajearte con sensiblerías que no reconoces.

Y así, aceptando, justificando y tolerando, la violencia escala, y escala exponencialmente, el que tu pareja te aísle de tu familia y de tus amigos es violencia, el que no te respete, es violencia, que te force a tener sexo si tú no lo deseas, es violencia, el que exija y demande de ti una atención irracional, es violencia, el que te haga dependiente económicamente por no permitirte trabajar o que, al contrario, se haga dependiente exigiendo que seas tú quien trabaje y provea, también es violencia.

No importa si eres hombre o mujer, la violencia es una característica que no distingue género,  no es necesario que tu pareja te golpee físicamente para violentarte, el abuso además de físico, tiene muchas facetas, desde hacerte perder la autoestima, dañar tu integridad, hacerte una persona insegura de ti, limitar tus recursos económicos, violentarte sexualmente aunque exteriormente no haya señales físicas, el simple hecho de que digas “NO” y se te ignore, ya es violencia… Son muchas las señales, no las ignores, no pases por alto los detalles, no las justifiques, no las toleres… ¡Huye!!!

Termina esa relación desde el primer momento en que el otro o la otra vaya mostrando esas facetas, no esperes, huye, recuerda que la violencia siempre, siempre, va en escalada… ¡Huye!

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