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Acapulco está convertido en un muladar, un ambiente físico caótico y a punto de reventar; tal pareciera que las autoridades municipales y estatales hacen todo lo posible por hacerle la vida de cuadritos a los sufridos ciudadanos, pues resulta que las principales dependencias del ayuntamiento porteño se han convertido en la amenaza número uno de la imagen urbana en que convivimos mas de un millón de personas, y si le sumamos la ola de visitantes de  la temporada navideña, y semana santa, la situación se vuelve crítica, gravísima.  

Además hay que considerar el terrible clima de inseguridad; la población se encuentra atrapada entre zanjas, agujeros, excavaciones, hoyos, hoyancos, socavones, tierra suelta por doquier, basura, drenaje reventado, fugas de agua, cortes del servicio, caos vial y otras linduras encontradas a la vuelta de cada esquina; entre la Capama, la CFE y el Acabús mantienen en vilo la tranquilidad y la libertad citadina y no existen trazas de que la pesadilla urbana termine. 

Ahora resulta que quienes debieran velar por el sosiego de la ciudad  y proporcionando servicios eficientes, le están dando «en toda la torre» a calles y avenidas del centro y de las colonias. Nos despertamos con ruidos infernales ocasionados por un par de mozalbetes que a golpe de marro rompen miserablemente el duro pavimento recién colocado, mal vestidos y sin el uniforme obrero. Los tipos confesaron que -en su calidad de empleados “outsourcings”-  sólo reciben mandato de la “comisión de luz” para hacer hoyos -como de un metro de profundidad- a todo lo largo de las calles del vecindario disque para colocar postes nuevos porque los actuales ya están muy chaparros, que era necesario y que solo recibían órdenes; obviamente, sin previo aviso alguno de la afrenta. Con justa razón los vecinos se opusieron porque los muy bribones hacen su ruido, horadan el concreto,  dejan la tierra desparramada por doquier y se van. Un mes mas tarde llegan los trabajadores de la paraestatal eléctrica y con los sinsabores de bloquear calles, tender cableado excesivo y cotidianos apagones,  vuelven a romper, colocan sus postes y abandonan el lugar, pero también dejando tras de sí tierra, destrucción, estropicios, montículos de escombros y material no utilizado; ahí empieza el deterioro, obstrucción y afeamiento de las vías; recién contamos alrededor de una veintena de hoyancos, unos sin ocupar incluso, pero en todos los casos, con serias averías a banquetas y en general a la infraestructura vial. 

A la Capama ya le llegó el agua al cuello y se encuentra empantanado en lo más pútrido del drenaje profundo de la ineficiencia; su director general se ahoga en agua estancada y navega a la deriva en un mar de denuncias por corrupción e ineptitud en su desempeño anterior. La Costera, la Cuauhtémoc y la Ruiz Cortines sufren los estragos de agua y del pésimo servicio que nos receta la paramunicipal y cuando actúan dejan el tiradero; hoy grandes sectores se mueren de sed por la falta del vital líquido, pero eso sí, el húmedo recibo llega con puntualidad pasmosa.

Por su parte, las obras del Acabús mal hechas  y el tortuguismo es palpable; la planeación para enfrentar las molestias por las obras es nula y todo Acapulco está lleno de zanjas y no hay lugar para transitar a gusto, si ya el desorden vial se volvió típico, con la lentitud, es anárquico, provocando accidentes y uno que otro moquete entre automovilistas, de los agentes viales ni sus luces. Pero eso sí, los ejecutores sólo trabajan un turno y con semana inglesa; está bien que el proyecto es grandioso y que los beneficios serán elocuentes, pero que no la chiflen que es cantada, que no demoren tanto y que prevean alternativas para aminorar las molestias, porque la imagen urbana ya está mas fea que “la chupitos”.

Y ya no hablamos del alumbrado público, de la basura, vía pública, mercados, cámaras de vigilancia y demás desatenciones imputables a la autoridad municipal. ¿Y qué dice la jefa? Pues nada, ahí se la lleva entre promesas y calmantes. La otrora desafiante y retadora candidata se perdió en la tibieza y vorágine de la dinámica política y ya hasta perdonó a Evo por el descomunal desfalco de las arcas municipales: ¿dónde quedó la aspirante que se comía la lumbre a puños? Pues hasta los regidores le tomaron la medida y ahí los tiene, pegados a la ubre municipal depredando el erario que da miedo.

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