En los años recientes el uso de criptomonedas se ha vuelto cada vez más común; al grado que hay países como El Salvador (que ya autorizó su uso para la vida cotidiana) y otros como el Reino Unido que planea utilizarlas en el mediano plazo como un medio oficial de pago.
Dentro del gran universo y la gran variedad de monedas y tokens digitales que existen hay unas que destacan sobre las demás por estar más apegadas al sistema monetario regulado por los gobiernos. Estás monedas son conocidas en el mundo cripto como Stablecoins.
Una Stablecoin como su nombre en inglés lo indica (Stable: Estable. Coin: Moneda) se caracterizan por tener un precio estable. Y aunque sabemos que las brutales subidas y bajadas son el pan de cada día en el criptomercado, estos activos han sabido conservar su precio a lo largo de los años que llevan funcionando.
Esto es posible gracias a que están correlacionadas con monedas Fiat, es decir monedas emitidas por gobiernos, como puede ser el caso del dólar, la libra esterlina o el dólar canadiense. Una de las condiciones que deben de tener las empresas que se dedican a emitir estás monedas digitales es que deben contar con una cantidad de dinero Fiat equivalente al número de tokens que emiten. O sea que existe una paridad.
Actualmente son dos las monedas más importantes que están vinculadas al dólar americano. Estas también son las que tienen el mayor peso en el mercado cambiario: Tether (USDT) y UsdCoin (USDC) juntas tienen una capitalización de mercado casi 3 trillones de dólares y cuentan con sus respectivas blockchains.
Dentro de todas las ventajas que ofrecen destacan la portabilidad y los costos absurdamente bajos para hacer transferencias internacionales, así como la rapidez con la que realizan las mismas. Quizás sea por ello que algunos países como China, Rusia y Venezuela se ha pronunciado a favor de emitir sus propias criptomonedas con el respaldo de sus economías. De seguir así, quizás no estemos muy lejos de tener un peso digital.
