Sin saberlo, regresé al punto del que había partido.
Me fui huyendo de las cosas que me lastimaban. Fui en busca de un nuevo horizonte, y lo encontré. De alguna forma perdí el nuevo camino que había emprendido. Más temprano que tarde me vi en el mismo sitio que estaba al principio.
Lo peor de todo es que no estaba dispuesto a cambiar. Quería seguir haciendo lo mismo que sabía estaba mal.
Luego me di cuenta de tenía miedo al cambio. No estaba dispuesto a abandonar todo aquello a lo que estaba acostumbrado por algo nuevo.
Al final comprendí que necesitaba ese cambio, decidí intentarlo, hice aquello a lo que tanto me negaba: pedir ayuda.
Comencé a conocer gente que estaba dispuesta a ayudarme. Y lo más importante: ahora en verdad estaba dispuesto a permitirles ayudarme.
Las cosas comenzaron a funcionar mejor en todos los sentidos.
Solo necesitaba deshacerme de ese miedo a cambiar, pues me di cuenta que en ocasiones el cambio trae algo mejor.