Por ti Óscar Chávez. Ojos que brillan al sonido de tu voz, y hoy se derraman porque ese sonido quedó ahogado.
Soledad en mi alma, que tantas veces llenaste de ilusiones, tus canciones, tus acordes, tus sostenidos, tus bemoles.
Cuántas noches de bohemia entre tu risa y tú voz, cuántas noches de luna llena escuchando tu canción.
Alumbraste como un cirio tantas veces mi obscura habitación, y aún con mi dormitorio en penumbras, alumbrabas mi corazón.
Recuerdos… tantos y tantos recuerdos de ese loco y juvenil amor. Hoy les das una nueva vida mientras nos dices adiós.
Chocaré una copa hacia el cielo, hoy quiero brindar en tu honor, y cantaré cada tema, cada hora, hasta quedarme sin voz.
Abrazo cada palabra con la que nos ayudabas a expresar rebeldía y alegría, agonía y tanto amor
Vas camino a lo eterno, y aquí nos dejas dolor, porque siempre supiste, maestro, que pon ti, el infierno es amor.
Estoy triste, no lo niego, pero aún así canto tu canción, cada letra, cada nota que marcó mi corazón.
Zion te espera, Óscar Chávez, con tu guitarra y canción… desde la tierra prometida escucharemos tu voz.
La muerte del maestro Óscar Chávez, estrujó mi corazón. Removió tantos recuerdos que estaban escondidos bajo una enorme montaña de años, y salieron como una explosión.
No sé cuántos sentimos este nudo en la garganta al querer cantar su canción. Esos temas que nos daban las palabras perfectas para expresar lo que no sabía expresar el corazón.
Óscar Chávez, cómplice y compañero de tantas noches, de tantos besos, de tantas promesas de amor.
El cómplice audaz y perfecto, el consejero perverso y burlón, el de la palabra adecuada, el del respeto, el gran señor.
Óscar Chávez, gran maestro, cómo duele decirte adiós.
Levanto mi copa al cielo, hoy, por ti canto y lloro en tu honor.