Cierto día del mes de abril del año 2015 decidí dormir en el cuarto de mi madre, puesto que ella iría de paseo con su actual novio, de nombre Marcos.
Como era costumbre levantarme tarde, ese día me levanté a las 11:30 de la mañana, iba camino al WC que está debajo de unas escaleras, y cuál fue mi sorpresa que cuando intente dar mi primer paso un perro color canela se para de manos ladrando con baba cayendo de su trompa. Yo solo veía sus enormes encías y dientes filosos. Me espanté tanto que grité: mamá, mamá, qué hace este perro imbécil ladrándome si estoy en mi casa, quiero ir al baño y no me deja. Mi mamá sonríe y me dice: se llama Pincel, no muerde; le respondí «pues si no muerde amárrenlo allá afuera, en ese árbol enorme», y así lo hizo Marcos, se llevó a Pincel y lo amarró donde le sugerí.
Pasaron los días, mi mamá es un poco irresponsable, por lo que yo desde mi ventana podía observar que a Pincel le faltaba su comida y agua, por lo que empecé a acercarme a él, saludándolo, diciéndole: «hola, buenos días, Pincel, no vayas a morderme, solo vine a dejarte tu comida». Fueron pasando los días y decidí que él no debía estar encadenado, lo solté, ya podía estar dentro de la casa, así fue como él y yo nos hicimos amigos.
Mi trabajo es vender tamales en un fraccionamiento que se llama Agua Blanca, que está en Tehuacán, Puebla, salgo a las 6:00 pm. Pincel es el primero que está listo para ir a vender, es un perro muy obediente, sabe caminar en la calle, siempre lo hace del lado izquierdo o derecho dependiendo por donde están los perros que ladran. Terminamos la jornada de trabajo a las 9:00 pm, es muy inteligente, entra y con sus patas toca el suelo 4 veces mirando la canasta, esosignifica que Pincel quiere sus 4 tamales de mole, si le das de otro sabor no lo toca, hasta oler que es de mole.
Al pasar de los días Pincel era el rey de las calles donde pisaba, nunca supe porque si era tan amable, tierno, se transformaba en una bestia cuando algún perro le ladraba, intentaba calmarlos pero si no entendían los golpeaba sin piedad hasta sangrarlos. Siempre que caminábamos en las tardes íbamos a una cancha junto con unas sobrinas y otra perrita blanca de nombre Peluchina. Nuestra forma de divertirnos era correr por toda la cancha de básquetbol, correr de portería en portería, Pin y Peluchina eran los más felices, en casa siempre quisimos mucho a Pin porque además de cuidar la casa trabajaba en los tamales, se iba al campo a traer leña con mamá todas las mañanas. Pincel subía a mi cuarto para pararse cerca de mi cama, movía la cabeza, me daba siempre un beso y la manita, yo solo le decía «hola, Pin», él movía la cabeza y cola.
Pasaron los años y decidí irme a trabajar a San Luis Potosí, todos en la casa ya lo sabían, entonces decidí que Pincel no se enterara de nada. Salí silenciosamente por la otra puerta que estaba del lado contrario de donde estaba Pin. Mi corazón se agitaba tan fuerte, se aceleraba, como si estuviera arriba de una moto, llegue a la parada de donde me esperaba el transporte, cuál fue mi sorpresa que Pincel llego atrás de mí, lo mire, abrace, le dije: Mi vida no quería que te enteraras que voy a dejarte por pocos días, cuídate mucho voy a regresar, lo prometo. Me subí al transporte, él se quedó ahí mirando, solo le mandaba besos por la ventana, yo no sabía que era la última vez que nos volveríamos a ver.
Llegando a San Luis me instalé, acomodé mis cosas, mi cama la elegí cerca de la ventana, firmé contrato para la empresa: SRT. Trabajaba en un horario de 7:00 am a 7:00 pm de lunes a domingo. Qué puedo decir, me alquilé para trabajar en ese horario, por tanto hacía las labores que me indicaba algún supervisor, le trabajamos a 3 empresas de nombre: thyssencrop, Ball Aerocan, 3mm. El primer mes francamente no me fue bien, ya que comencé a sangrar, de la nariz, el desayuno era a la 1:00 pm, ya no habían más comidas o algún otro break, eso solo pasaba en Thyssen, aparte de que exigían mucho. Se terminó mi contrato, fui a renovarlo y ahí conocí al supervisor: Marcos. Él era diferente de los otros, hubo una conexión muy bonita de amistad, cuando estaba con él me sentía tan bien, pero no duró mucho, yo desobedecí o falté a una regla que era siempre portar gafete de la empresa y credencial de elector. Marcos, como de costumbre todas las mañanas, me preguntaba: Eliza ¿traes todo? Yo siempre respondía que sí. Un día antes de renovar mi próximo contrato llegaron de recursos humanos, me llevaban a la otra empresa que es 3mm, solo que no pude acceder a la planta, porque no llevaba mi INE. El supervisor, de nombre Carlos, estaba preocupado porque a Marcos le pondrían un reporte. En fin, se lo pusieron, yo no pude despedirme de él, sólo con un texto de whatsap.
Ese día me habla por teléfono mi mamá diciéndome que Pincel estaba muriendo, terminé contrato con la empresa, compré mi boleto de San Luis Potosí a la Ciudad de México, de ahí a Tehuacán, llegué como 9:30 de la noche, Pin murió a las 11:00 de la mañana. Llegué a casa, pregunté dónde está Pin, mi mamá llorando dice que lo enterraron en la tarde, me doble, caí sentada con lágrimas en los ojos, no mi Pin no, por qué… Desde ese día sentí un gran dolor, que ni con otro perro nuevo me hace sentir feliz.
Marcos, mi amigo, está de vez en cuando en el whatsapp para darme algunas palabras de aliento, la muerte de Pincel me ha echo más sensible, pudo percibir cuando algún animal doméstico necesita de agua o comida, cuando voy a vender y me encuentro con perros bravos que solo ladran cuando me acerco a ellos agachan la cabeza, como si Pin estuviera ahí cuidándome, eso no lo creo pero me hace sentir muy bien.
Pincel, en este segundo, esté a donde esté, quiero que sepa que siempre ocupará un gran espacio, tanto en mi mente como en mi corazón. También le pido a Dios que lo cuide en donde esté.
“El cuidado y amor de una mascota siempre será real, debemos amarlos, cuidarlos hasta que el tiempo lo permita».