¿Recuerdas por quien votaste en las últimas elecciones? Si eres mexicano seguro vino a tu mente el voto para presidente de la república ya que la última jornada electoral en este país tuvo como foco esta contienda. Pero, ¿Qué hay del resto de las boletas? Conforme a mi lugar de residencia (Ciudad de México) voté por diputado local, federal, senadores, alcalde y jefe de gobierno, cinco boletas más para reflexionar.
Tendemos a priorizar la contienda presidencial, a veces al grado de asociarla acentuadamente con el resto de los peldaños, lo que termina por beneficiar a partidarios del candidato ganador, aliados electorales o políticos con propuestas a fin, esto generalmente desemboca en un fenómeno coloquialmente conocido como “llevarse el carro completo”, significa que un partido político gana en una jornada electoral y en determinados distritos electorales todos los cargos en juego.
El ejemplo anterior es sólo uno de tantos descarríos en nuestra cultura política, fenómeno que nos hace reflexionar respecto a la eficiencia del sistema político, las bondades y desatinos de la democracia y sobre todo nos lleva a preguntarnos si somos capaces como sociedad de ejercer responsablemente nuestros derechos electorales.
Política, un sinónimo de apatía.
El creciente desinterés por participar, involucrarse, incluso hablar de política tiene alcances enormes. Prueba de ello es el abstencionismo el cual refleja el gran descontento y a la vez alimenta teorías que sostienen ser “huelgas desde el silencio”, tal como sucedió en las elecciones presidenciales de Venezuela en 2018 dónde la participación fue del 46%, según el CNE (Consejo Nacional Electoral) de este país.
Las criticas populares a la burocracia en relación a su eficiencia, así como a los ajustes de cada sexenio que van desde la modificación de nombres a dependencias, incremento o disminución de puestos, aumento o recorte de los salarios de funcionarios y empleados de la administración pública hasta en cuestiones tan banales como las permutaciones en la imagen de los escudos de organismos gubernamentales son el hilo de temas que se politizan y entran a escrutinio de críticos especialistas, opositores y el público en general. Esto no pinta del todo mal, al fin y al cabo la libertad de expresión es parte esencial de la democracia y los resultados se traducen en acciones que terminan reflejando las capacidades de gobernanza, es en este punto donde podemos identificar que tan familiarizados estamos con la funcionalidad de nuestras instituciones y de los puestos que ocuparán los candidatos ganadores, cada uno tiene una misión por cumplir, todo empieza a tornarse más complejo y por ende abrumador ante los ojos de muchos electores que no profundizan en estos temas antes de emitir un voto que repercutirá en toda esta compleja maquinaria.
Cada cosa en su lugar
Identificar funciones específicas nos da claridad, propuestas de campaña y promesas de candidatos fuera de lugar desencajan cuando el electorado está bien informado.
Recuerdo cuando alcancé edad para comenzar a votar y mi curiosidad por conocer a políticos y candidatos despertó. En aquel entonces se anunció la visita del delegado en turno a mi conjunto habitacional, curioso por escucharlo asistí puntual a la cita. La reunión se centró en problemas locales relacionados con la seguridad y los apoyos delegacionales para mantenimiento de instalaciones, más tarde un grupo de vecinos mencionó el puente peatonal dañado que nos conectaba con una de las avenidas principales, sumaban más de dos años que este se encontraba fuera de servicio, enseguida se escuchó decir que hubo quienes interpusieron la queja hacía más de un año en la delegación, otros más subrayaron haberlo hecho en la secretaría de vialidad y obras públicas de la ciudad y otras entidades más a lo que siempre la respuesta era: “no nos compete, esto es tarea de…”
Después de años de quejas, papeleo, ida y vuelta, así como encarar funcionarios el puente fue reparado. Tener claro a quien correspondía habilitarlo compromete al responsable a cumplir sus obligaciones sin “pasar la bola a alguien más”; infame fue ver más adelante en época de campañas como se trataban de adjudicar el “logro” los distintos actores políticos involucrados, cuando en realidad solo tenían que cumplir parte de su trabajo.
Así se hace política en este país.
Propuestas y plataformas electorales que subrayan imperiosas carencias de nuestra sociedad pero que no aterrizan en soluciones prácticas y prudentes en gran medida son resultado de la baja respuesta que tiene en el público planteamientos sobrios que poco a poco generen bienestar, muy por en cambio de las promesas ambiciosas, formulas exitosas que solucionarán todo a corto plazo.
¿Será que esto nos atañe como electorado? ¿Cuál es nuestro nivel de responsabilidad en ello? La orientación que muchos de los candidatos le dan a su plataforma de campaña en relación con las propuestas que presentan suelen basarse más en estrategias de marketing que en el análisis del entorno, suplantando de este modo esquemas bien estructurados por programas asistencialistas que amortiguan temporalmente el impacto de nuestros problemas y estiman primordial el incremento de la popularidad de quienes los ejecutan. Sin ir tan lejos podemos coleccionar propuestas ridículas y fuera de lugar como la de una candidata a diputada que prometió bajar el precio de la cerveza o peor aún escuchar de un candidato presidencial el mochar manos a los delincuentes. Expresiones sin sentido que insultan la inteligencia del electorado y que pasan por encima del innumerable cumulo de problemas por solucionar en el país.
El Verdadero significado de la Austeridad
La época de campañas y elecciones en México siempre viene acompañada por la defensa de colores partidistas, notorios personajes, ideales y filosofías, todo un cumulo de ingredientes dignos del escepticismo. El peso que damos a las envestiduras gubernamentales es desmedido en relación con su objetivo.
Suecia, un país de primer mundo cuenta con una estructura parlamentaria auténticamente austera. Sin asesores, secretarias, ni autos pagados por el erario, dietas que después de deducir impuestos no suman ni el doble de lo que gana un profesor de primaria en ese país, oficinas pequeñas y sobrias, informes de gobierno por internet sin ceremonias costosas, reglas para los viajes que se deban realizar, gastos controlados y monitoreados, todo un sistema pensado para proteger el gasto de los contribuyentes pero sobre todo que sin desvirtuar la importancia y los esfuerzos de sus miembros se centra en el verdadero objetivo de esta institución, servir al pueblo.
La purificación del romanticismo y los héroes en la política se presenta urgente en nuestra sociedad, percibirnos con humildad, conscientes de que todos somos humanos con cualidades y defectos convencidos de que el desarrollo colectivo se logra con trabajo y cooperación, atentos a lo que realmente importa y asumiendo nuestro rol en la sociedad pueden sonar a una utopía, pero tarde o temprano debe dejar de ser así. Las divisiones y polarización social son resultado de encantamientos políticos, pocas son las personas que asumen a un político como un funcionario más, cuando esa es la realidad, y sin importar si ganó aquel que votaste o no tendrá la misma obligación de asistir y representar a la gente pues ahí radica la razón de su existencia.
La próxima vez que vayas a votar recuerda que un candidato no tiene por qué caerte bien, ser de un partido especifico, prometer grandes resultados a corto plazo, demostrarte que es un excelente ser humano, enseñarte fotos donde sonríe y abraza a la gente, ni mucho menos ser un héroe social, espiritual o incluso deportivo. Un candidato comprometido tratará de exponer soluciones reales a nuestros problemas y su ética lo llevará a hacerlo desde la condición que su candidatura supone con los recursos que estén a su alcance para lograr esos objetivos.