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Pensamientos de una mujer: No me abandonó primero. Lo hice yo antes. Justo cuando debí enfocarme más en mí, en amarme incondicionalmente a mí, sólo a mí.

Mi hijo nació una tarde de enero, cuando el invierno estaba dando sus más fuertes nevadas. Él llegó a dar ese calor a nuestro hogar que tanto habíamos anhelado. Y fue justo en ese tiempo que comencé a dejarme en el olvido.

No me esmeré nunca más en mi apariencia, fue como si nuestro bebé se encargara de toda la felicidad que se necesitará en nuestra casa. No recuperé mi talla, ni mi ropa, ni mi cuerpo. Y era paradójico porque al no sentirme bien conmigo misma, evitaba salir y sin embargo no hice nada para remediarlo.

Estaba cansada y con un carácter demasiado difícil incluso para mí misma. Nunca fue suficiente lo que los demás me amaran. Yo era, soy, una mujer difícil de sobre llevar.

Ha pasado el tiempo y he visto las consecuencias de postergar mi persona. De no atenderme, de no esforzarme por estar bien. Me refiero a que he visto mi mundo caerse a pedazos, mi familia romperse, mi fe quebrantarse… y todo tiene un origen: mi abandono. Por dónde le vea, por dónde le busque, por dónde trate de justificarlo. Me desatendí.

Ahora comprendo que no importa cuánto me esfuerce por ser una buena madre, si no logro ser una buena y feliz mujer, igual todo se irá al carajo.

Y no me refiero sólo al ámbito físico. No, no. Yo hablo también del intelectual. ¿A quién le interesa una mujer que sólo habla de la escuela, los chicos, los deberes escolares?

Mi abandono comenzó cuando dejé de leer libros, cuando mi pasión por el cine se redujo a las creaciones de Disney. A los videos motivacionales para bebés. Me olvidé de escribir mi diario, de anotar las frases que leía por ahí, de soñar con la radio, de bailar con mi música favorita. Ya ni decir lo de tomar un café con mis amigas. Eso ya no sucedió.

Perdí mi vigencia en la vida que amé antes de ser madre. Y no culpo a nadie, al final del día soy consciente de que yo misma tomé las decisiones en mi vida. Que si me abandonaron el corazón, si me traicionaron, si me hicieron a un lado. Lo hice primero yo.

Que papelón tener que reconocer el papel que he jugado, sin embargo, sé que al llegar a este punto, no me queda más que tomar impulso y hacer de cada día un nuevo comienzo. Tengo un par de motivos para intentarlo, y no, ¡no me refiero a los ovarios!

Conoce Chalma
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