Lo que parecía ser un juego inofensivo entre dos adolescentes terminó en tragedia al hacer un pacto de sangre y muerte, “la primera que muera vendrá por la otra para que la acompañe en su viaje al más allá”.
Dos jóvenes murieron, una por picadura del alacrán y la otra murió de terror cuando su amiga muerta vino por ella desde el más allá, ésta es la historia que envió a nuestro grupo de Mitos y Leyendas de Monterrey y del Mundo, Circe Calza Landín.
En su escrito, ella comparte un suceso sobrenatural que ocurrió en su familia, específicamente a su abuelita, quien vio morir de forma misteriosa a su hermana.
Ella nos cuenta lo siguiente: “Esto sucedió más o menos como en el año 1918, mi abuelita tenía en ese entonces como unos 7 años, vivían en una ranchería llamada Cofradía en el estado de Colima, su hermana Altagracia gustaba de ir al río en compañía de su mejor amiga Tomasita y pasar las tardes de verano a la sombra de los frondosos árboles.
Se acercaba el día de muertos
Se acercaba el día de muertos y Tomasita le pidió ir al río, era una tarde soleada y tranquila, se habían adelantado los preparativos para las fiestas del día de muertos; quería platicar con ella porque se habían visto poco en los últimos días.
Altagracia aprovechó que su mamá y su hermana (mi abuela) habían ido a Tecomán para unas compras. Tomasita la esperaba bajo el árbol donde acostumbraban platicar, tenía la mirada triste por un mal de amores y en cuanto vio a su amiga, sus lágrimas rodaron sin control.
Altagracia la abrazo con cariño y le dijo palabras amables que consolaron su tristeza y ella sonrió aún con el rostro mojado por su llanto y le dijo que nunca la abandonara, que era su mejor amiga, como una hermana.
Entre la tristeza y el llanto se le ocurrió una idea macabra a Tomasita, le pidió que: ‘hicieran un pacto de sangre para que así su amistad fuera eterna’. Altagracia aceptó al verla tan ansiosa, a ella le pareció un juego, algo infantil e inofensivo, pero muy pronto se daría cuanta que no era un pacto de amistad eterna, sino un pacto de muerte.
Cortando las muñecas de su mano izquierda, la del corazón dijo Tomasita, unieron su sangre diciendo en voz alta este juramento: —Hoy nuestra sangre nos une en lazo irrompible. En vida como en muerte. La primera que muera vendrá a buscar a la otra para que la acompañe a la eternidad—.
Altagracia se asustó al escuchar las últimas palabras de su amiga por lo que regresó de prisa a su casa, un tanto incómoda por el juramento de sangre que acababa de hacer.
Intentaba ignorar las palabras de su amiga y no darles importancia pues sabía ambas eran muy jóvenes y las dos estaban muy saludables, por lo que pensó que la muerte no estaba cerca.
Sintió un escalofrío recorriendo su espalda
Dos días después se llegó la fecha de la celebración de las fiestas de los altares de muertos para los inocentes o sea los niños fallecidos. Mi abuela y su mamá ya se habían ido a la plaza donde se celebraría la fiesta, Altagracia estaba sola en casa, terminando su arreglo cuando escuchó unos pasos afuera y tocar levemente la puerta. Sin saber por qué sintió un escalofrío recorriendo su espalda, se levantó para ir atender el llamado.
Abrió con cautela la puerta y se sorprendió al ver a Tomasita parada frente a ella muy pálida y demacrada. No pudo ni preguntarle que le sucedía porque ella le dijo: —Vengo por ti, ¡acompáñame!—. La voz extraña de Tomasita erizó los vellos del cuerpo de Altagracia y dio un grito de horror al sentir la fría mano de ella jalado su brazo.
Al notar la demora de Altagracia, su mamá mandó a mi abuela a buscarla. Al llegar, la encontró inconsciente tirada en la entrada de la casa, mi abuelita salió corriendo en busca de su mamá, quien llegó apurada acompañada de unos vecinos.
Altagracia reaccionó en el momento que fueron a avisar que Tomasita acaba de fallecer de una picadura de Alacrán. No podía hablar sólo temblaba y lloraba.
Su hermana no quiso ir al funeral de su amiga por más que su mamá le insistió en que se despidiera de ella, le decía que fuera al velorio a darles el pésame a los padres de Tomasita.
Algo muy extraño y misterioso sucedió el día del entierro, Altagracia amaneció muy enferma, con alta temperatura y deliraba y gritaba que no la dejaran acercarse. Su mamá muy preocupada trataba de investigar que pasaba con ella y a que le tenía tanto miedo. Sólo ella miraba el fantasma de su amiga Tomasita.
Como pudo su madre hizo que Altagracia le dijera que no quería que Tomasita llegara por ella, pero no decía nada más. Ella tenía mucho miedo, no quería irse, tenía toda su vida por delante, bueno eso era lo que ella pensaba.
Tres días después ella agonizaba
Tres días después ella agonizaba sin razón ni causa física aparente, su mamá estaba desesperada al verla así. Le preguntó a mi abuela si había visto o escuchado algo, entonces ella se recordó de haberlas ido a buscar ese día al río, porque regresaron temprano de Tecomán, alcanzó a ver que hacían un pacto con sus manos cortadas pero Altagracia la amenazó para que no contará nada diciendo que era sólo un juego.
La mamá de mi abuela lloraba diciendo ‘por qué no me dijo para ir a verla y pedirle que rompiera ese pacto, muchacha tonta’ y abrazaba el cuerpo ya inerte de Altagracia, su brazo izquierdo resbaló y ella pudo ver unas marcas de dedos sobre la muñeca de su hija. Tomasita su gran amiga se la había llevado a su viaje al más allá».
Tengan mucho cuidado con “los pactos” no son cosas de juegos. Recuerden que las palabras tienen poder, poder para vivir y poder para morir, en este caso el pacto fue de muerte. Ahora las amigas estarán juntas una eternidad.
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