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La noche del 15 de septiembre solía ser para, mí, una de las más esperadas del año. Era la noche en que preparaba tostadas de tinga y banderas de limón, tequila y sangrita, adornaba toda la casa por fuera y por dentro para el gran evento. Era la noche en que mis hijos se emocionaban por gritar ¡Viva México! junto con nosotros, y cantábamos y bailábamos al ritmo de la música vernácula que elegíamos con cuidado desde la semana anterior. Era la noche en que nos vestíamos con atuendos muy a la mexicana, y nos sentíamos orgullosos de nuestra patria y nuestra familia.

Pero este año todo es diferente. Nuestros hijos ya crecieron y tienen sus propios planes para celebrar. Ellos se van a dar el grito con sus amigos, tienen sus festejos en los que ya nosotros no cabemos. Ya no les interesa la comida que preparo, ni la música que escucho, ni los adornos que pongo. Este año apenas puse un adorno y dos banderas en la entrada de la casa, no pensamos en tequila y posiblemente haya quesadillas para mi esposo y para mí. No tengo ganas de preparar tinga, no tengo ganas de entrar a la cocina. Quizá veamos nosotros dos el grito por televisión, y eso si es que el sueño no nos vence antes de la hora de la celebración.

Celebraremos nuestra actual independencia

Podría sentirme triste por esta situación, pero no lo estoy. Porque esta noche del 15 de septiembre será muy tranquila, una noche sólo para nosotros dos. Posiblemente no será una noche de fiesta, o quizá sí, seguramente celebraremos nuestra actual independencia, será una noche para celebrar nuestro amor. Porque aunque nuestros hijos ya no estén con nosotros, nosotros seguimos juntos y seguimos amándonos como el primer día. Porque aunque ya no tengamos tostadas ni banderas, tenemos nuestros recuerdos y nuestros sueños. Porque aunque ya no gritemos ¡Viva México! con la misma fuerza, seguimos sintiendo el mismo orgullo y el mismo cariño por nuestra nación.

Así que esta noche del 15 de septiembre, te invito a que me abraces fuerte, y me digas al oído lo mucho que me quieres. Te invito a que recordemos los buenos momentos que hemos pasado juntos y los que aún nos quedan por vivir. Te invito a que brindemos por nuestra felicidad y por la de nuestros hijos. Te invito a que hagamos de esta noche una noche especial, una noche inolvidable… una noche de pasión.

¡Viva México! ¡Qué viva nuestro amor!

El Espectro del Monje Calvo
Se llamaba… ¡Nunca lo supe!

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