En esta vida, lo único constante son las subidas y bajadas por las que nos van llevando las decisiones que hemos ido tomando a lo largo de ella, y también los cambios que suceden a nuestro alrededor que hacen que nos desviemos del camino que teníamos marcado por transitar.
En esta vida, así como tenemos metas, también tenemos obstáculos. De eso se trata, ver de qué estamos hechos, cómo sorteamos las dificultades, a quién o a quiénes tenemos al lado que están ahí para apoyarnos.
En otras ocasiones, tendremos que afrontar los hechos solos, sin nadie, sacar esa garra dentro de nosotros mismos. Habrá ocasiones donde caigas, se vale caer, y después de eso tendrás que levantarte y sacudirte el polvo.
¿Y si caes en un pozo profundo? A veces necesitamos tocar fondo para poder encontrarnos y descubrirnos. Cuando te encuentras en una situación sumamente adversa, cuando sientes que todo está en tu contra, no ves una salida, o te sientes derrotado y sientes que ya no puedes más. Lo único que te queda es dejar todo en las manos de Dios.
Muy poco sirve luchar contra corriente, a veces es mejor soltar aquella situación, y lo que tenga que pasar, sólo pasará. Nosotros no podemos controlar todo lo que pasa a nuestro alrededor, no podemos controlar las decisiones de los demás, ni podemos alterar la naturaleza, el tiempo, nuestras malas decisiones que nos han llevado al lugar donde estamos. No podemos.
Debemos de confiar más, saber que las tempestades no son eternas, y el tiempo de calma siempre llega.
Soltar, meditar, aceptar, sólo nos deja un gran crecimiento, para eso están, para forjar nuestra fe.
Y después de todo eso, agradecer lo que fue, la enseñanza aprendida, el camino con baches y el crecimiento interno con el que nos vamos, porque ya no somos esa misma persona de un inicio.