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Chiquillos, chamacos, huercos, plebitos, chavos… tienen un sinfín de apelativos, pero el nombre correcto es niños, estos niños que por convicción, vocación u obligación se convierten en actores.

También tenemos los de ficción, los de caricatura. Se nos viene a la mente el travieso Bart Simpson, el niño mas famoso de la cultura pop. Su origen se remonta a un boceto hecho por Matt Groening en la sala de espera de James L.Brooks, quizá basado en Daniel el Travieso, de la década de los 50, o probablemente tiene un génesis más antiguo: proviene del Estados Unidos rural de Mark Twain y su Tom Sawyer. Al igual que el pequeño Bart, el comportamiento de Tom es producto de la realidad del entorno disfuncional donde se mueve.

Pareciera decirnos que la ficción se convertirte en manifestación de un entorno dislocado: es la misión de todos los traviesos, no ser el monstruo si no la representación de la devastadora sociedad.

Image: Artistic Metropol

Los entornos disfuncionales de la sociedad de aquel tiempo -y parte de éste- nos recuerdan a otro niño, al pobre. Un experto en este tema fue el gran Chaplin, con ese simpático bombín y bigote tipo Hitler, quien abordó esta situación en «The Kid».

Esta obra cuenta la historia de un niño abandonado en la calle que es criado por un vagabundo. Mediante la educación crean un vínculo y se vuelven mejores personas.

Hay otros niños pobres en el cine como en la obra maestra de Luis Buñuel, «Los olvidados«, película trágica de 1950 que narra las andanzas de un grupo de niños delincuentes que habitan el barrio de Nonoalco, donde forman parte de la pandilla de El Jaibo. Este entorno destruye el carácter recto del buen Pedro.

Otro ejemplo de niño criado por un vagabundo es la Tucita, en la gran película «Los tres huastecos». Esta niña es interpretada por Maria Eugenia Llamas y su mentor es el ídolo mexicano Pedro Infante. Ambos conviven en un ambiente mas salvaje: ella tiene una serpiente como mascota y su juego favorito es disparar. Es uno de los personajes infantiles más significativos del México de aquel entonces, pues se trataba de una niña autodidacta e independiente, y en esos tiempos la mujer era vista como menos que el hombre.

Imagen: Televisa

Otro retrato de niño pobre en México es el del Chavo del ocho, criado en una vecindad. Impacta el limitado guión de las historias de este personaje cuya máxima aspiración era una torta de jamón.

En Latinoamérica también existen otros personajes como Mafalda, una niña argentina que critica a la sociedad de los años 60 y está ansiosa de un cambio. Pocos personajes infantiles tan inspiradores que ella.

Está el super millonario Ricky Ricón, aquel dibujo animado de un niño millonario que fue llevado al cine encarnado por Maculay Culkin, también los niños genios como Dexter, Malcom, los superhéroes como Superboy, Spiderman, algunos de los X-men, y recientemente los de Umbrella Academy.

Imagen: Walt Disney

Están los de fantasía como el niño eterno Peter Pan, que ha sido llevado a la pantalla en decenas de películas, El Principito, los niños del cine de terror como Poltergeist, El Exorcista, los aventureros como Los Gonnies, y están los políticamente incorrectos como los de South Park.

Lo que realmente genera el personaje de ficción infantil es la inquietud que genera en los adultos, lo mismo con travesuras que con anécdotas.

Del amor a los demás al autocuidado.
Tu talento está en el lugar equivocado

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