Sin el ánimo de incomodar y respetando todas las ideologías y simpatías partidistas, he de confesar mi ineptitud para entender sin cuestionar la forma en que el Presidente de la República está llevando a cabo las políticas públicas.
Entiendo lo que hace algunos días me dijera un entrañable amigo:
«Para hacer un gran pastel deben romperse muchos huevos».
Sin embargo creo que para llevar a cabo cualquier receta, antes de ejecutar se deben tener bien pensados los pasos a seguir así como los ingredientes a utilizar, lo que en otras palabras es la planeación, misma que francamente algunos no vemos en la mayoría de decisiones y acciones que hasta ahora se han llevado a cabo en la 4T por el Presidente y su gabinete. (porque no quiero ni pensar en una monarquía disfrazada de democracia si los colaboradores de AMLO no tuvieren libertad de decidir y ejecutar en consecuencia desde sus respectivos ámbitos y competencias)
Soy conciente también que en cada transición se trastocan muchos intereses, por lo que es entendible la resistencia al cambio sobre todo de aquellos funcionarios y servidores públicos corruptos enquistados en el aparato de gobierno en los tres niveles, sin embargo, estoy segura que entre estos también hay gente valiosa y comprometida con su labor que podrán ser una minoría, razón por la que no se vale generalizar bajo el falso argumento de «todos son iguales» porque no es así.
Soy conciente también que es aún corto el tiempo para que los cambios prometidos en campaña se vean reflejados, pero en realidad algunos no vemos planes ni prácticas efectivas para lograr esos cambios pues pareciera que los asuntos en el gobierno están siendo atendidos a ensayo y error.
Lo que sí se observa tristemente es cómo la sociedad se polariza día a día pues según algunos, se es «chairo» si se está a favor del actuar del presidente o «fifí» sí alguien comete la osadía de expresar desacuerdo.
Se observa también un desfile de servidores públicos renunciando al cargo y a otros impidiendo la movilidad como medida de presión al ver amenazados sus derechos laborales; con incertidumbre vemos que a la alza siguen los índices en feminicidio, homicidio, secuestro y robo, por lo que también seguimos con el temor de salir de casa al trabajo, a la escuela o simplemente a divertirnos.
No soy Anti ni Pro López Obrador así como tampoco tengo por qué reprochar a quienes votaron por él, tal vez se equivocaron, o quizá no, de eso solo dará cuenta el tiempo; por eso hoy procuro que las palabras vertidas en mi opinión sean muy suaves porque en verdad es mi más ferviente deseo, en aras del bien común, tener que tragarlas cuando vea cumplidas las promesas y reflejados los cambios en nuestra sociedad tan lastimada por corrupción, inseguridad, desempleo, impunidad, deficiencia en los servicios de salud, educación, etc. (No olvido que estos problemas sociales nacieron, se desatendieron y hasta solaparon y propiciaron en anteriores administraciones, pero precisamente por ello la mayoría votó por quien dijo poder lograr cambios favorables).
Desgraciadamente por todos lados se lee o escucha a un familiar, vecino, amigo o conocido molesto porque fue despedido de su empleo, porque le negaron un servicio o lo tardaron de más, por ineptitud o prepotencia de servidores públicos o porque de una u otra forma se siente lesionado en su patrimonio o agraviado al violentarsele algún derecho; por eso creo pertinente ser empáticos con las causas de los demás o mínimamente conceder el beneficio de la duda, porque solo quienes están inmersos en tal o cual problemática, con razón o sin ella, tienen el inalienable derecho a levantar la voz y luchar por lo que consideran justo.
Creo también que no todo lo que se dice en medios y redes sociales es completamente falso o cierto, porque considero que en política no hay verdades absolutas pues éstas dependen de la apreciación de cada quien, por ello es importante aprender a discernir y emitir juicios en base a la investigación de la problemática en cuestión, lo que se traduce a ser críticos con bases sólidas.
Por último, estoy convencida que las opiniones forzosamente deberíamos someterlas primero a «Los tres filtros de Sócrates» antes de herir a nuestros amigos y familiares que estén a favor o en contra de la forma en que este gobierno está dirigiendo al país.