Námaste o Namaskar es un mudra[1] muy poderoso que ha trascendido en la práctica del yoga y la meditación, y también se considera como un saludo común alrededor del mundo. Este saludo representa el reconocimiento de la llama divina que hay en cada uno de los seres humanos; la creencia de que esta llama o esta luz provienen de la divinidad reside en el chakra del corazón.
El reconocimiento a este valor se manifiesta al juntar las palmas de las manos y colocarlas a la altura del pecho, aunque algunas otras personas las colocan a la altura de la frente donde se cree que se encuentra el tercer ojo y después se bajan al pecho.
La raíz de donde proviene este saludo es Nama que significa “reverencia”, As que significa “yo” y Te que significa “tú”. De manera que Námaste significa “Yo me inclino a ti”.
Cuando se realiza Námaste la persona debe inclinar la cabeza y cerrar los ojos. En la India se realiza el saludo pero se omite la palabra Námaste, mientras que en Occidente se hace el saludo junto con la palabra.
Los budistas mencionan que Námaste es el reflejo de lo que sucede a nivel espiritual en uno mismo y cuando se llevan las manos juntas al lugar donde está el chakra del corazón significa que estamos estimulando el flujo de energía divina. Por otro lado, bajar la cabeza y cerrar los ojos quiere decir humildad ante lo divino que habita en nuestros corazones.
El poder que se le da a la palabra Námaste se aloja en la capacidad de unir a dos o más personas que reconocen nuestro valor como seres humanos.
Los grandes lazos energéticos que se forman a través de esta forma de saludo trascienden el ego y nos unen en el deseo por la paz. En el yoga Námaste toma forma de agradecimiento a la oportunidad de explorar nuestro cuerpo y nuestro espíritu.
Námaste es el primer paso que se da al autoconocimiento para encontrar el balance espiritual y para conectarse con el Universo y los demás, es reconocer el valor de otros y el comienzo del respeto por nosotros mismos, nuestro entorno, nuestros valores y por el Universo mismo.
Námaste es
la llave a otros estados de conciencia en el entendimiento, el respeto y la
unión entre seres humanos.
[1] Basados en la tradición budista, son 24 sellos que transforman la energía y se activan con las posiciones de las manos.