El tiempo junto a su charla se terminó. Me acompañó a la puerta, nos despedimos; después de los primeros pasos, di vuelta atrás y ahí seguía, mirándome caminar. Levanté la mano, la referencia de un hasta pronto. Nunca me he despedido para siempre de nadie. Continué caminando hasta dar vuelta en ese callejón, con el reflejo de su mirada, su crónica invadida por recuerdos, conflictos que aún deslavan su montaña interna.
Todo lo que me ha contado merece ser escrito.
A eso solo puedo agradecer y llevarlo siempre en mi memoria, con el sueño del mañana. Una lágrima en mi ojo no quiere salir; no la dejo: “Retengo todo lo que me importa hasta el último instante”. Dejaré que se llene mi bote de mocos. Tengo un sueño no favorito que se repite tanto como los otros: “Cuna de bebés, cortándose el cabello”.
—¿Quieres o no? Líneas ácidas, es lo que tengo para compartir. Siempre amable, ofreciendo lo que pueda estar a su alcance.
En la impaciencia, un golpe basta para dejar en silencio tu espacio, el sonido punzante que se repite en tus oídos, atormentando la cercanía; en algún breve momento, se hace insoportable. ¿Qué tanto podemos inundar en agobio a los demás? La muerte es eterna en la memoria; sus hijos han muerto, también los que aún le viven. Aunque yo tuviera cien voces, no podría mencionar los innumerables dolores que le ha provocado el camino por encontrarse. Hablar en la soledad frente a los otros hasta alcanzar la locura. Revelando en la palabra el espejo de las vidas. Aprendiendo a dejar todo aquello que proviene de lugares que no benefician. Transcribo sus palabras que suenan como verdad, llevarlas sin ofender a todos aquellos que discuten lo que les estorba.
Al amanecer, tuve sensaciones de arrepentimiento. Llegó a mi imaginación una sensación de que no le volvería a ver más.
Proviene del veneno y de toda clase de violencias.
Fragmento del Libro Canbol Parson
Guillermo Martinez Mercado
libro recomendado: Universo Trodiano Relatos y Revelaciones ( disponible amazon)